lorena viernes, 27 de junio de 2008

Más allá de la obvia razón de no querer parecer el Hombre Lobo, Julio Borges o una portuguesa promedio, está el asunto de la costumbre, y que cuando pierdes la costumbre de sacarte las cejas, esa primera depilación después de cuatro meses duele el triple que la primera de la vida, porque además vas confiada en "yo sé cómo es esto".

Ir donde la "diseñadora de cejas" es una experiencia bastante similar a ir con una peluquera cualquiera. De nada vale decir "no me las dejes muy finitas", porque igual, si a ella le provoca y si va con la estética que ella decidió otorgarle a tu cara, vas a quedar con dos rayitas de nada como única herramienta de expresión de tu arre--pentimiento. Es lo mismo que cuando "córtame sólo las punticas", aunque para eso ya encontré una solución, precaria pero medianamente efectiva, que es: "mira, no me cortes mucho que estoy actuando en una obra y me tengo que dejar el cabello largo". Y eso hace la diferencia entre parecer varoncito o lograr mi objetivo de dejarme crecer el cabello.

Pero, volviendo al tema de las cejas y la costumbre, la piel se desacostumbra a la cera caliente (hirviente), y a la mutilación asesina de la pinza, y entonces luego del dolor que la amable señorita te inflinge con las tenazas del demonio, está el común ardor que te hace preguntarte si la cera no te arrancó también la epidermis entera junto a los tres o cuatro pelitos que andaban sobrando.


Para ser bella hay que ver estrellas, y tal. Aunque saben lo que dicen de las monas, que aunque se vista de seda (o se depile), ¡mona se queda! :S

lorena

El Espíritu Santo o qué sé yo qué decidió que el mundo debía volver a aquellas épocas de hace un año en que los insectos se atravesaban en mi vida para hacer de ella ese lugar siempre amistoso conmigo, que me saca de quicio.

Bueno, puede ser eso o que hay algo en el clima de esta época que atrae a los insectos.

Ayer tuve de nuevo un episodio de esos con las chiripas en el carro... Por alguna razón (y "alguna razón" probablemente sea "tienes tiempo sin comer en el carro y ESO ES BUENO, TARADA) las amiguitas no eran tantas como en los días de la Convención, pero igual fue uno de esos momentos desagradables que me hizo ver que mi asuntico con los insectos puede convertirse en una enfermedad.

Y hoy me encuentro muy tranquila chateando con Adrianita en mi despacho... en el cuarto de mi hermanito, quiero decir, y de pronto un masacote de ocho kilos aparece en el lugar y empieza a revolotear por toda la habitación. Era la mariposa más grande del mundo. Bueno, al menos la más grande que yo haya visto. Que yo haya visto en persona, pues. Bueno, quizá he visto mariposas más grandes, pero esta era realmente ENORME. Y yo, naturalmente, entré en pánico.



Y de pronto me ha entrado un desaliento existencial brutal y no quiero seguir hablando de insectos. Les resumo que la mariposa gigante me atacó, pero yo sobreviví, y ahora ella se oculta en algún lado, y yo escribo medio agachada por si se le ocurre salir y no vaya a chocar con mi cabeza.

La semana que viene quizá tenga algo que decir sobre mi vida más allá de "duermo 10 horas diarias".

lorena sábado, 21 de junio de 2008

OLVIDEMOS QUE MAYO
NO TUVO UNA CAMPAÑA

Y alguien cuénteme un chiste :(

lorena

Ayer volví de Bogotá.

Siempre que regreso me pregunto: ¿Cómo pude pensar que podía estar lejos de aquí?

Vuelvo a ser una persona desempleada depositada sobre un sofá. Quizá con un libro en la mano. Y quizá tengo suerte y Shany me impone que vaya a su casa a ver una película en familia.

Quizá tengo suerte y la semana que viene alguien importante decide que necesita una asistente.

Quizá Michel Gondry se levanta tras haber tenido un sueño muy extraño, y toma un avión hacia Venezuela, y decide que quiere que yo sea su asistente.


Quizá algún día alguien quiera ser mi asistente.

Quizá algún día logre pararme del sofá.

lorena jueves, 12 de junio de 2008

Hoy encontré que la niña más bella del planeta está en Bogotá. Bueno, la niña más bella del planeta después de Fiorella mi sobrina, claro :)
Pero sí, la segunda niña más bella y simpática del planeta estaba hoy, con un vestidito azul de cuadros, sentada en un banquito junto a su mamá. Bueno, parada sobre el banquito, jugando, sacando la lengua y siendo una niña adorable, en la más auténtica de las demostraciones de adorabilidad que he presenciado.
Fue una lástima que justo entonces no tenía una cámara. Eran ella y su mamá en un banquito, de espaldas a mí, con la luz del sol sobre ellas -ese sol bogotano que es un poco pichirre-, y fue uno de esos momentos en que yo entendí por qué yo quería ser cineasta, y por qué dicen que la imagen blabla, y por qué existen las postales y por qué uno prefiere quedarse sordo a quedarse ciego y por qué por qué por qué...

Por otro lado, en Colombia se dan las más extrañas metamorfosis zoológicas. Estoy comiendo como un cerdo y regresaré a Caracas convertida en una vaca. Curioso, ¿no?


Ah, y a quien está pensando en por qué demonios parece que me la paso metida en un viaje y nunca trabajo... ... pues sí, tiene toda la razón.

Mentira :) Pero ya en dos semanas seré gente grande otra vez.