lorena domingo, 31 de mayo de 2009

Pasado mañana ya me voy.
*cries*
*struggles*
*shrughs*
*faints*


PD: Pronto, el post contando lo de la clase de Milagros Socorro.

lorena lunes, 25 de mayo de 2009

En el curso ese que se ha vuelto mi tema único de conversación, mañana me toca leer mi texto.

Es mentira que no le tengo miedo al ridículo, sólo que ya no hay mucho que hacer puesto que desde hace una semana lo que escribí está en las bandejas de entrada de los emails de todos mis compañeritos -y de la profesora-.

Ha sido una semana para darse cuenta de mi precariedad como escritora, y mañana serán los minutos de darse cuenta de mi precariedad como lectora... o mejor dicho, como oradora... Si sólo practicando -sí, porque intenté practicar; no, no me da pena admitirlo- se me iba el aire y se me trancaba el pecho y con cada oración rogaba que el punto estuviera cerca, y cuando llegaba hacía unas pausas larguísimas para ver si el corazón se me frenaba un pelo... y terminó siendo un discurso incoherente con silencios y ritmos inadecuados y titubeos y muchas de esas cosas que son la antítesis de lo que debe ser uno en estos casos: pura seguridad.

Así fue en la soledad de la sala de mi casa, frente al televisor. He intentado bloquear en mi mente la recreación de cómo será mañana. Espero que mis nervios no terminen más bien generando sospechas de plagio.

Mi predicción
es que durante toda la clase voy a estar tan pero tan pero tan roja que probablemente tanta sangre concentrada me forme una costra dentro de la piel (y termine viéndoseme la cara marrón).
La predicción segura es que Milagros Socorro va a cambiarme TODAS las comas y los puntos y comas; y muy politemente me dirá que mi escrito "está bien para mi edad", pensando que tengo 16 por mi aspecto, por la inexperiencia que llevo escrita en la frente y porque con el nuevo corte de cabello en verdad parezco de 14, pero en su cabeza sabe que para entrar en el curso mínimo debería tener como 16.

Algo malo
podría ser que me dé semeremenda crisis nerviosa y decida que no entraré a clase y deje embarcada a toda la clase, negándome la posibilidad de regreso (mi vergüenza, no la clase).
Lo peor que me podría pasar es que me dé semeremenda crisis nerviosa y empiece a vomitar barritas Special K de chocolate en pleno salón.
Algo bueno es que no creo que me deprima al final, porque no creo que me digan nada para lo que no esté preparada (es como cuando sabes que algo está mal, pero en verdad no sabes cómo repararlo y ya).
Lo mejor sería poder pensar en otra cosa y sacarme el dolor físico que me produce imaginar el momento mañana.

Créanlo o no, este es uno de los pocos post que no son nada exagerados de todo el blog :( [bueno, quizá la parte del ataque de vómito fue una semi-hipérbole, pero no dejo de considerarlo una posibilidad].

lorena viernes, 22 de mayo de 2009

Y se encontraba Lorena repasando su crappy francés porque "croissant, silvuplé" puede que sea suficiente para sobrevivir en París sin morir de hambre, pero no para no andar haciendo (tanto) el ridículo, así que terminé metida en bonjour.com donde el primer paso son las palabras de saludo básicas, con su respectivo sonidito para escuchar de una francesa de verdad verdad (ajá) cómo se pronuncian las cosas. Pero lo que amerita que yo venga con mi necesidad de expresarle al mundo mi alegría ha sido la guía de pronunciación escrita a lo gringo, especialmente en esta frase:

Se lee:
Désolé(e), excusez-moi !
Se pronuncia:
Dayzohlay, ayhxkewsay mouah

¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!

Se lee:
Bonjour!
Y se pronuncia:
B xhgdejelnskfjh u!

xD

Happy learning!

lorena domingo, 17 de mayo de 2009

Una de las cosas que caracterizan a Shany es que se enfiebra con las cosas, y una cosa que me caracteriza a mí es que no sé decir que no y la sigo estúpidamente en todas las cosas que me propone. La consecuencia de esto es que solemos enfiebrarnos juntas con las cosas y al menos no nos sentimos culpables por ser la única que pierde tiempo con tonterías, sino que perdemos tiempo con la certeza de que no estamos solas en esa tarea de desperdiciar valiosos y potencialmente productivos momentos, así perdamos tiempo en lo mismo sin hacerlo juntas.

Uno de estos días casualmente recordamos una de estas cosas que nos dio por hacer y, de hecho, reencontramos el jueguito en internet que nos consumió muchas horas y neuronas en su momento, hace como cuatro años. Son unos puzzles japoneses que consisten en encontrar la salida de diversas habitaciones simuladas en flash. Son de una compañía llamada Fasco-Cs y la verdad te ponen a pensar. Se los recomiendo para distraerse un rato (o una semana), si no los conocían antes. Pueden acceder a ellos en el link de los creadores que puse arribita.

No hay anécdotas divertidas con este asunto, o al menos no las recuerdo. Probablemente pasamos horas pegadas al teléfono preguntándonos mutuamente si ya habíamos logrado resolver la cuestión. Y prometo que otro día les hablo de otras cosas irrelevantes y tontas que me mantienen unida a mis amigos.

lorena jueves, 14 de mayo de 2009

Este año por fin me decidí -y tuve tiempo- para mandar algo al Concurso Cartas de Amor de Montblanc. Por suerte, tenía una carta (en realidad un cuento) que ya había escrito para la ocasión un pocote de años atrás y, pues, simplemente desempolvé y entregué a las viejitas de El Paraíso del Fumador o algo así el último día de la convocatoria, porque si no lo hago a última hora no soy yo.

Hace poco me metí a revisar la página porque no había escuchado más del asunto y pues... Lamentablemente para mí, no gané... nada, ni siquiera un papel que dijera "Gracias por participar", jajaja, pero valió la pena porque me quité un poquito la pena de mandar cosas a concursar (la última y única vez que lo hice fue en el colegio).

De las cartas ganadoras, creo que mi favorita sería la que quedó en 2do. lugar en 2008, y confieso que detesté la que escribió Carla Angola ¡porque simplemente no era una carta! (más bien un discurso escrito prácticamente con la certeza de estar entre los finalistas). La de Dariela Sosa, de Comunicación de la UCAB, también me gustó mucho por original y divertida.

No sé por qué sigo escribiendo preámbulo para algo tan sencillo como postear algo que escribí antes... quizá porque no lo había hecho. No sé por qué ahora me estoy psicoanalizando. En fin, acá los dejo con la carta perdedora del Concurso de Montblanc ;)

¡Saludos! :)

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17 de febrero, de este año.

Nunca se me ha dado escribir cartas de amor. Nunca lo había siquiera intentado. Lo hago ahora por terapia, porque me lo recomendaron, porque lo leí, porque tuve un pálpito de que esto –quizá– podía ayudarme. Nunca he escrito una carta de amor. No he escrito muchas cosas en mi vida. Me considero una persona que vive, y ya. Tampoco es que eso lo hago con mucho empeño. Pero tengo un pálpito. Quizá contarlo –escribirlo– me salve. Quizá siempre le huí a las cartas de amor por el presentimiento de que podían salvarme.

Empezaría este relato-carta de amor con el momento de mi nacimiento, pues es natural que todos los sentires y pesares que me acosan ahora se relacionen directamente con la manera en que nací. Pero temo hacer de esta carta de amor-relato un texto interminable e inaguantable. Sólo te diré que siempre me he sentido profundamente marcado por el hecho de haber nacido diezmesino, por descuido de mi madre. Siempre pienso con amarga ironía en ella, y en cómo, sin ser tan joven ni tan tonta, le parecía perfectamente natural que yo no hubiera nacido luego de tanto tiempo...

Así, soy una persona marcada por el retraso. Soy quien siempre llega tarde.

Olvidaba que esta carta de amor también debía contener una presentación. Las presentaciones van mucho más allá de introducir un nombre, que lo más probable es que no te diga nada (o quizá te lo diga todo, y ese escenario también me da un poco de temor). Un hecho que ya sabes: tú no me conoces. Y, en el fondo, yo tampoco te conozco; a pesar de que siento incluso físicamente el desgaste de mi mente, por el tiempo que se me pasa pensando en ti.

No necesito conocerte. Sé que eres hermosa. Sé que eres feliz. Pero, ¿realmente sé eso? Se te veía feliz cuando te conocí. Sonreías, pero quizá es porque todas las novias lo hacen. La sonrisa blanca forma más parte del traje de novia que el vestido blanco. Sí, tienes que ser feliz. ¿Cómo podrías no serlo? Tienes que serlo porque, de no ser así, el tormento de tu infelicidad se sumaría al de nuestro desconocimiento. Y yo moriría.

Quizá me hubiera salvado el que hubieras estado vestida de verde. Te hubieras confundido entre los matorrales, y quizá no hubieras atrapado mi mirada distraída. Pero tu sonrilla brillaba, y tu vestido brillaba, y el batir de las alas de una mariposa se hacía eterno mientras yo me esforzaba por embalsamar ese instante.

Y sólo pensé: ¿Qué estuve haciendo todo el resto de mi vida, que me trajo acá, que me configuró de forma que yo pasara por este lugar en este momento, que hizo que un resplandor de blancura y belleza me atrajera la mirada? ¿Qué hizo que no fuera antes, mucho antes, sino en este momento, tarde? ¿Por qué la conocí vestida de novia y no, tan bella y tan sonriente, en jeans, sentada a mi lado en un pupitre de la universidad?

Me quedé allí cuanto pude. Y, aunque segundos después mi cuerpo dejó de ocupar ese lugar, yo me quedé allí para siempre. Ese instante, recurrente en mi memoria, disparador de mi imaginación, causa de tantos dolores de cabeza, de estómago y pecho, ese momento infinito en su ínfima duración, ha determinado todo lo que soy hoy. Cada instante, desde entonces, ha transcurrido rememorando aquél y, cuando no, erigiendo sobre él altas y alucinadas estructuras de ilusión. Tu sonrisa me ha permitido construirte, tu pasado, tu familia, tus sueños, tu canción favorita, tus mañas al comer, tu arrastrar las pantuflas al caminar, tus supersticiones y hasta tu dificultad para pronunciar la R, inventada también, porque en esos segundos de mi vida no tuve siquiera el privilegio de escucharte hablar.

No comprendí la magnitud de mi amor hasta que me decidí a ponerlo en palabras. Y veo que escribir una carta de amor no es suficiente para salvarme de él. Para salvarme de mí mismo, pues ya yo no soy más que esto que tú me provocas, desde tu distancia, desde tu desconocimiento, desde esa felicidad sonriente e inocente, que no sabe que alguien como yo dejó de tener aire en los pulmones y sangre en las venas, pues sobrevive consumiendo y siendo consumido por un recuerdo.

Que esta carta nunca llegue a tus manos, que mi presencia nunca ofenda la tuya, que mi amor te eleve desde la distancia, pero nunca invada tu inmaculada existencia.

H.