Estaba en el medio de un post de esos míos bastante quejumbrosos acerca de cómo hay que esperar tanto freaking tiempo para hacer cualquier cosa en este freaking país (comentarios avalados por la atrofia de mi paciencia no-utilizada en Japón pues no era necesaria), pero a la mitad se quedó cuando no estuve más en casa, y cuando me di cuenta de que la incompetencia está lejos de ser uno de los problemas más graves de este país, o mejor dicho, el problema grave es que yo me esté preocupando por mi paciencia y porque llego tarde a ver Pequeños Gigantes por estar haciendo cola en una mercería, en vez de preocuparme por lo que de verdad es importante.
Hoy encontré un niño feliz.
Esta noche manejaba por La Castellana, entre El León y McDonald's, atrapada para variar en una de las trampitas de tráfico ambientada por unas sirenas que jamás entendí. Me llevo el susto de la vida cuando volteo y hay una carita morena asomada a mi ventana, le hago señas de que no tengo plata (normalmente miento, pero en verdad sólo tengo un billete de 20Bs. ... y yenes), pero él insiste. Llega su hermanito, lo que sea, también me pide desde lejitos, le repito lo mismo (igual no le iba a dar, aunque hubiera tenido, porque si soy una niña sola manejando por Caracas al menos soy una niña sola que no baja el vidrio), y el chiquito camina al lado mío mientras la cola avanza lentamente y el otro le dice "déjala que no tiene". Sí, yo todavía le repito (cada vez acentuando más la cara de "discúlpame"), y él me sigue pidiendo con una sonrisa y finalmente me dice "para la caja de cigarros", con mímica de gran fumador y todo. A mí se me sale el tía abuela y le digo "ay, no, ¿tan chiquito y ya fumando?" y él asiente con la cabeza, y sobre todo con esa sonrisa pícara que aún no sé si era orgullo o más bien "pobre chama, no se entera... como si fumar fuera lo peor de lo que hago".
Asumo de plano que el chamín sin duda ha pasado por más de lo que yo y todo el que lee este blog hemos pasado juntos.
Hasta se despidió de mí con la mano mientras yo ya avanzaba en la vía, alejándome de él y de todo el zaperoco y yendo una vez más a alienarme en la vida de persona que lo tiene todo, la cara enchumbada en agüita salada, quizá porque estoy hipersensible estos días, y qué pensamiento tan atroz el de tener que estar hipersensible para que el propio país en que uno vive lo toque así.
Hoy encontré un niño feliz, y me sentí miserable por que esa vida (infra vida, lo que sea que él tiene), lo haga mostrarse ufano, resignado, quizá sardónico, sin tener edad para entender qué significan ninguna de esas palabras.
La infancia se nos está muriendo. Un niño no es un niño por no haberse convertido en púber.
Mi preocupación quizá tiene una fecha de vencimiento tan próxima como el mismo encuentro. Lo bueno (es decir, lo realmente devastador) es que es un episodio destinado a repetirse muchas veces, en muchos sitios distintos, y cada vez más en las zonitas privilegiadas que la gente dizque bonita ha acaparado. El recordatorio de dónde estamos parados lo tenemos ahí, todo el tiempo. No necesitamos construir ciudades sobre cementerios indios para vivir en calles pobladas de fantasmas.
La noticia del día de hoy es que regresé. Yay.
El sábado 22, a las 7.07 pm, un avión aterrizaba en Caracas, conmigo adentro. Yupi.
En fin, sí, qué fino todo, pero el jet lag, mi mal carácter y el tráfico caraqueño han hecho de las suyas, y yo que de por sí no es que me relajeeeeeeé en Japón, pues, he decidido que aunque no entiendo muy bien cómo o por qué funciona, o ni siquiera si es justicia O SI REALMENTE FUNCIONA, debería recurrir a Glade® Relax ™ Tranquilidad ™ y terminar de someterme a las leyes del capitalismo y el marketing sin pretender que se respete mi derecho natural a la serenidad espiritual.
Nada, ahora, como no quiero sentirme ridícula, y necesito que marzo tenga una campaña para -para colmo- no deprimirme también porque mi blog está perdiendo lo poco de código que tiene, pues, los exhorto -eeeeh, uso palabras rebuscadas para que no crean que olvidé el español- a que también compren algo de Glade® Relax ™ Tranquilidad ™ y me digan si funciona, para ver si yo me lo compro, y me siento en mi vida menos como si estuviera en el retrete (tipo japonés). Y sí, ustedes primero, porque como no basta con el calor y el suckness natural de la existencia humana, todos mis fondos para la vida se limitan a 67 bolívares fuertes, un billete de 10 dólares y seis monedas de 1 yen, así que las inversiones monetarias me las tengo que pensar muy bien.
Así, El Comité de Campañas de La Blógvula anuncia:
¡Compra Glade!
Si no te sientes mejor, al menos tu baño olerá rico... y podrás alegrarte de ver que tienes una poceta occidental... porque en estos tiempos esos detalles son importantes (y, repito, estamos en el siglo XXI, DE VERDAD NO HAY RAZONES PARA HACER PIPÍ EN EL PISO).
Ah, y para colmo tengo algo enterrado en la encía y me la estoy destrozando... Bien, Lorena, bien.
(y... comer okonomiyaki ^^)
Abusando de la conexión wireless de nuestros finísimos anfitriones en Osaka (ah, esta mañana salimos de Tokyo), acá me encuentro haciendo el reporte lorenístico correspondiente.
Estoy mejor de mi enfermedad, gracias. Sí, me enfermé porque la vida no es perfecta y los microbios son particularmente oportunos, o porque Japón me odia o porque el frío hizo que mi endeble cuerpecito hiciera kaboom! en japonés. Boté un poco de tiempo por la ventana reposando, pero ya ayer sanseacabó la guachafita y le dije a las bacterias "saben cómo es la cosa?? Me dejan de arruinar mi viaje y se van!", pero claro, ellas me dijeron "supeingo ga wakarimasen" y siguieron tomando té verde en mi garganta. Whatever.
Gente! Tengo celular. Sé que no me van a llamar, por eso no les doy el número... pero me pueden escribir a la dirección rent7693@softbank.ne.jp y me llega directo al cel. Sí, esto es el primer mundo. Y no me voy a picar si no me escriben, es por si necesitan decirme algo y en verdad no tengo tan fácil el acceso a internet como podría parecer... No, no porque Japón no sea avanzadísimo, sino precisamente porque lo es y no hay muchos café-internet, sino que todo es wireless y si no tienes computadora Japan's sorry for you.
Ahora... he seguido con mi investigación sobre las pocetas y, pues sí... cada vez veo modelos más impresionantes. Espero pronto poder ilustrar mis teorías al respecto con fotos. Pero, claro, dejaré de hablar de pocetas y pasaré a hablar sobre cosas interesantes (si no fueran relatadas por mí).
Para empezar, los japoneses están locos. Ese es el punto de partida para cualquier cosa que se quiera comprender sobre Japón. Su manera de pensar es totalmente diferente en todos los sentidos, y su forma de vivir es bastante interplanetaria. Eso me lo hace pensar ver a muchachas en minifalda y sandalias caminando en el metro cuando yo tengo 14 capas de ropa y todavía me congelo. Sí, definitivamente no están en este planeta. Pero, en realidad, cuando vimos un grupo de niños de colegio, ellos con shortsitos, ellas con falda, Saúl y yo comprendimos: los japoneses tienen la piel de las piernas muerta. ODbio. Si desde que no tienen edad ni para escribir bien los someten al infierno de hielo en paños menores toooodos los días, ya para cuando son señoritos y señoritas la minifalda o el pantalón de lana de 3 centímetros de grueso da lo mismo.
Pero, es alucinante lo fácil que se han hecho la vida para todo. Lo de las pocetas es sólo una mínima muestra de cómo todo funciona de la manera más conveniente. Y gracias al Cielo, porque si no todo sería aun más pain-in-the-ass con el frío de crap que me hace sentir que pierdo años de mi vida vistiéndome y moviéndome y respirando y sólo existiendo.
How much I like Venezuelan weather, now I can say.
Por otro lado, pues... hoy vinimos a Osaka, a quedarnos en casa de este muy pana amigo de Saúl (que conoció hace dos semanas, ja!), y ya las cosas son muy diferentes de en Tokyo. Para empezar, mientras más a la provincia, menos proporción de gente y letreros en inglés... (yay, justo lo que necesitábamos). En Tokyo poquita gente, pero alguna, medio lo machuca. Acá es entrarse a golpes con el japo YYYY con el infernal dialecto de Kansai... Lo divertido de todo esto es que a fin de cuentas es Saúl's issue, porque yo me declaré japonesamente disfuncional y a todo digo "mi no hablar japonés", "comida plis" y ya :)
Pobre Saúl, de verdad :(
De otras cosas interesantes... pues la Torre de Tokyo rulea taaaaaaaaaaaanto... Es perfecta :) Si yo fuera un Torro me casaría con ella. El metro de Tokyo funciona a la perfecshon (aunque, claro, desde que llegué yo *algo* misterioso ocurrió y de pronto los trenes se atrasan... como 30 segundos, pero se atrasan... cosa que Saúl me dice no sucede nunca. Menos mal que sólo me quedo como dos semanas más, porque si no termino de echar a perder Japón, n'hombre... se imaginan? Y entonces me deportan, pero como ahora Venezuela y Colombia están en guerra no puedo ir a mi país porque las fronteras están cerradas y me quedo viviendo en el aeropuerto de Narita sin entender una palabra y diciendo "Venezuela!" mientras exploto una bolsa de papas fritas japonesas... o sushi).
Ah! Fui a un templo budista, de hecho el más grande de Tokyo, que se llama Sensoji, y es como que todo lo que esperé que fuera un templo en Japón. Por un instante como que hasta me dieron ganas de creer en algo (sí, que las lamparas japonesas son muy bonitas para decorar :) ... ) Y dejando los comentarios paganos de lado... pues... en contraste con eso, conocí un lugar llamado Odaiba que es el sitio más futurista en el cual haya estado nunca. De verdad, fue llegar y hacer "WWWWWWWHAAAAAAAAAAAAATTTTT, ESTOY EN EL SIGLO OCHOCIENTOOOOOOSSSSSSSSSS!!"
Bueno, aquello quizá fue un poco exagerado, pero sin duda sí fue shocking para bien. Y honestamente me sentía como en otra dimensión/tiempo. Espero poder poner fotos pronto (y que las fotos efectivamente hayan captado algo de lo que es el sitio... que lamentablemente creo que es más una atmósfera que realmente un paisaje...)
Seguiré informando sobre pocetas, microbios, lugares y japoneses en la próxima edición... Espero tener noticias interesantes sobre Kyoto.
A pesar de todo... Los extraño!!