lorena domingo, 11 de octubre de 2009

Yo, siempre caracterizándome por mis perogrulladas. Pero sí, efectivamente, ha llegado octubre, y con eso entramos en el último trimestre de este año, para darnos cuenta de que en realidad este año ya se fue, y así concluimos que es un año más en el cual Lorena no hizo absolutamente nada productivo, YAY!

Okey, esto es mentira, quizá realmente ha sido uno de los años más productivos que he tenido, al menos tomando en cuenta que nadie me estaba apuntando con un arma y pude haber terminado de pasar el año sintiéndome miserable en un sofá. Pero NOOOO. Soy oficialmente lo que llaman una persona con proyectos. Claro, todo será mejor cuando sea una persona con Proyectos Realizados, pero digamos que tengo proyectos en curso y, a pesar de lo angustioso que pueda ser que la vida de uno sea una especie de cuenta regresiva (ya habiendo superando la etapa del simple tiempo en espera), es bueno tener decisiones tomadas, decisiones firmes y claras, y un plan trazado de cómo llevarlas a cabo. Y comenzar a caminar ese plan, claro.

Sí, probablemente estoy escribiendo aquí cualquier cosa -cualquier cosa literalmente- porque el martes pasado reiniciaron las clases del curso y me sentí culpable por abandonar esta cosa. Ahora, no por eso tengo que venir a convertirlo en un diario cursi donde río y lloro por tener o no planes. Muy mal, Lorena, muy mal. Lloraré entonces porque quizá el único proyecto de mi vida que no está claro en este momento es qué demonios presentaré en el curso ahora. Seh, seh, ya sé que jamás di los comentarios de lo que sucedió con el texto anterior (lo haré más tarde, LO PROMETO), el punto es que tengo que volver a pasar y de las tres cosas que estoy escribiendo en este momento, tengo pánico de mostrar ninguna. Eso que tengo yo que se parece a la vocación literaria pero que realmente no lo es... bueno, esa cosa que me impulsa a escribir es como una casa, grande, sí, llena de cuartos muy desordenados. Eso. Cada cosa que escribo es un cuarto que está vuelto un desastre, tal cual como el mío. Y a uno no le gusta que la gente pase a su cuarto cuando está desordenado, pues.

Así, tengo que comprometerme y ordenar alguno de ellos, para invitar a mis compañeros de curso a pasar. Porque no puedo venirme en justificaciones o en "disculpa que el cuarto esté así", sino que debo presentarlo lo más inmaculado posible, al menos en mis términos. Pero, claro, si yo creyera que pudiera lograr algo inmaculado, no sentiría la angustia que me mueve a escribir.

Y no estaría convirtiendo mi blog en una especie de diario personal bien aburrido.

El punto es que tendré que decirle a esa gente bien limpiecita, que habita esa casa grande, que ordenen. Y eso implica que tengo que hacer tiempo para ello. Y eso significa que, dolorosamente, tendré que dejar de leer. Porque el mejor remedio para distraerse de la estúpida necesidad de escribir, es ponerse a leer cosas que valen la pena.

Octubre está aquí :)

1 comentarios:

Unknown dijo...

Hola... Sé que comentar en este post ahorita es un acto de necromancia, pero igual.
¿No has pensado en crear/unirte a un grupo de escritura para poder recibir críticas de tus escritos con más frecuencia?