lorena lunes, 14 de diciembre de 2009

... crowned by a sucky crappy Grey's Anatomy's episode.

Now, SERIOUSLY, ¿¿QUÉ WO ESTÁ PASANDO??

Uno se sienta en el sofá, un lunes en la noche, esperando la acostumbrada dosis de buena televisión, y se encuentra con... un chiste. De verdad, a mí no me gusta ser criticona (Umjú), pero tengo que liberar mi frustración porque desde el primer capítulo de la primera temporada de Grey's, la amé tanto, que me dije: Por favor, que la dejen morir antes de que se arruine. Me ha pasado con tantas series antes, que realmente esperaba que los de ABC fueran un poco más inteligentes. Es eso, me gusta que las cosas se acaben y me dejen el buen recuerdo, a que sigan y yo me decepcione. Lo presentí, pero Dios me ignora en la misma proporción que yo lo ignoro a él, y como él es más grande, obviamente yo soy la que paga los platos rotos y se arruina todo lo que para mí vale la pena en el mundo.

En fin. Kafka estaría orgulloso de los productores, una verdadera metamorfosis. Han pasado de tener un seriado brillante, con uno de los mejores equipos de dialoguistas que se puede intuir, a una especie de persecución forzada del drama. La música de acción es simplemente un elemento kitsch en toda esta absurda construcción de conflicto banal sobre una estructura que ya dejó de ser sólida (por no decir mínimamente coherente) y paulatinamente va perdiendo lo que la hacía conmovedora. El capítulo de hoy (acompañado por las reflexiones de un McDreamy muy fuera de personaje en off) pareció un crossover de 24 con ER con 90210, sólo que nunca alcanzó el nivel dramático que se presiente que querían los guionistas. Pero cualquier persona con mediana cultura de ver series, o incluso películas, siente cuando la música está forzando un momento que simplemente NO ESTÁ SUCEDIENDO. Por no hablar de los momentos en que los personajes están actuando un drama que no está cuajando. Y por no hablar de una protagonista que, ya muerta su madre, su mejor amigo, casada y happily ever after con el amor de su vida y parcialmente reconciliada con su padre, ya dejó de ser interesante, y los guionistas están tan concientes de ello que, en vez de hacernos verla superarse, la postran en una cama y a ser el pañuelo de lágrimas de todos los demás personajes que, de pronto, se han vuelto hipersensibles al mundo (claro, porque cuando no hay acción dramática consistente, la esquizofrenia siempre es una buena herramienta).

Pero lo peor... Realmente si existiera tal cosa como un Premio a LO PEOR DEL CAPÍTULO DE GREY'S DE HOY, se lo llevaría Lexie Grey y su discurso exagerado acerca de cómo usar pañales la hace "arrechísima", y en medio de todo el merequetengue entre molesta e insegura, la siempre innecesaria y descontextualizada frase de "This is America". Bien por America, pero... WTF? I'm Lexie, this is America, and I'm wearing diapers, yay!

En fin. Estoy molesta.

Bueno, en verdad no lo estoy :)

Mañana es el último día de clase del año, por cierto. ¿Será que volveré a la escritura indisciplinada? Otro día me pongo a criticar la estafa de curso online sobre diálogos en guión que estoy haciendo... pero otro día :)

¡Ah! Y he dilucidado un poco mi reciente problema con la lectura, pero será material para otro post porque, de hecho, ahorita debo leer. (en realidad ahorita debo dormir... de hecho, hace dos horas y media debía estar dormida, según indicaciones médicas, pero...)

lorena viernes, 11 de diciembre de 2009

Hoy una persona muy sabia y con mucha autoridad moral y espiritual me dijo que yo era constante y perseverante. Yo pensé "más bien sé ponerme ladilla cuando me da la gana". Obviamente no mencioné este blog, prueba irrefutable de que el tema de mi constancia y perseverancia está casi tan prohibido como el de mi peso (y, por el momento, el de mi futuro).

No sé hacer planes con la cabeza fría, y no quiero hacer planes con la cabeza fría, porque no voy a vivir esos planes con la cabeza fría, y el día que yo tenga cabeza fría dejaré de ser quien soy y, quizá, sólo quizá, sufriré menos con la vida, pero también seré infinitamente menos feliz.

Tengo trazos. No puedo hacer mucho con eso, cuando a veces muero por ver un lienzo terminado. Pero hay algunos trazos de los cuales se intuyen líneas muy buenas, composiciones muy interesantes y, aunque, al final, sean una más de las tantas aberraciones de futuros imaginados, a esos trazos me aferro con alegría y amor, hasta que se concluyan, o se diluyan.

Prohibido, el tema de mi futuro.

Seguiré trabajando en los cuadros ya más avanzados.

lorena martes, 3 de noviembre de 2009

1. Los artículos para bebés.
2. Los artículos para mascotas.

Sí, sí, sé que en este momento, en este país, absolutamente TODO está exorbitantemente sobrepreciado, que todo es incomprable, que el país es invivible, seeeeh, seeeeh, yo misma invierto mi existencia toda en quejarme de esto; pero he descubierto que hay una norma tácita que establece que, mientras más estúpido se ponga uno al hablarle y jugar y, en general, interactuar con el futuro destinatario del producto que se compra, más se infla el precio de este.

De verdad, estas tiendas que venden estas cosas especializadas para estos dos tipos de consumidor, exageran. O los servicios, si es por eso. La última vez que tuve que llevar a Dan al veterinario para su vacuna, como se me ocurrió hacerlo en día domingo, me cargaron 150 BOLÍVARES EXTRA (SE LEE CIENTO CINCUENTA) por atenderme como "Emergencia"; no porque lo mío se tratara de una emergencia, sino porque me estaban atendiendo un domingo. Bien, cóbrame lo que quieras -INFELIZ-, pero si ves que no estoy yendo porque tengo a mi perro moribundo en brazos, sino porque le vengo a poner una vacuna anual, al menos ADVIÉRTEME que pretendes estafarme de esa manera, y yo decido si me tomo la molestia de regresar otro día que no sea Día de Robo, o si me da flojera y acepto de buena gana regalarte mi dinero. Pero no me lo claves luego de que me vacunaste al perro, para que venga yo con mi cara de pánfila a preguntar "¿y estos 150 de qué son?"... Mala mía que no reclamé, no para que me devolvieran la plata, sino para que al menos pegaran un letrero en la puerta avisando "Si es domingo, levante las manos".

Yo siempre armo rollo por estas cosas, nunca gano nada sino alterarme yo, carcomerme por dentro de la rabia y la frustración y, contadas veces, que me pidan disculpas tímidamente y que el modus operandi siga siendo el mismo para siempre. Quizá estoy madurando y por eso no reclamé. Pero en verdad fue porque estaba con mi abuelita, muy nerviosa porque el perrito estaba muy nervioso tras la vacuna, todavía teníamos que dejarlo en otro sitio para que lo bañaran, y yo estaba apuradísima y opté por el I'll let it go, no vuelvo para acá.

Y claro que voy a volver para allá si se me ofrece, porque yo soy así, y no tengo principios.

Mi asombro con el asunto de los bebés se disparó la semana pasada, cuando fui a comprar un regalo para un baby shower y veo cosas como un peluche en 170 Bs. y demás. Había otras cosas de buena calidad y con precios bastante accesibles, pero al parecer si el artefacto -así sea de tela y goma espuma- tiene pegada una etiqueta que reza la palabra Baby junto al nombre de cualquier científico famoso, el precio del producto se multiplica por siete. Ahora, lo que realmente me hizo crash mental, fue encontrar un set de modelos de agarraderas para gavetas, muy artesanales, muy bonitas, figuritas de animalitos y corazoncitos y cositas tiernas en maderita pintadita en colorcitos pasteles, cada una al módico precio de 50 Bs. ... CINCUENTA BOLÍVARES POR UNA MANILLA DE GAVETA, de no más de 6x6cms. que, además, para el momento en que el niño se dé cuenta de que existe, ya tendrá edad para detestarla por parecerle infantil y armará berrinches todas las noches para que se las cambien por unas de calavera o de implantes de silicón, qué sé yo. No, en verdad lo que me imagino es que, de las figuras paternales, la mitad que pone el dinero reza porque la mitad hiper-creativa que quiere poner manillitas de jirafitas no esté pensando en el gavetero de cincuenta gavetas que acaban de mandarle a hacer a Luisito...

lorena domingo, 1 de noviembre de 2009

Es un cliché pero,
no por sabiduría popular,
sino porque es un hecho...


Hablando se entiende la gente
:)

¡Feliz Halloween atrasado!

Y bienvenido noviembre O.o

lorena jueves, 29 de octubre de 2009

No importa cuánto duerma o deje de dormir durante la noche y el día que le sucede, siempre siempre siempre que yo decida invertir mi noche temprana en echarme en el sofá a ver el prime time de los canales que más me fríen el cerebro (y que más veo), yo me quedaré dormida, inevitablemente, no importa cuánto me diga "no te duermas, hoy no, porque luego te quedas despierta hasta las 6 de la mañana"; es como si me anestesiaran, y caigo inconciente generalmente por un plazo de una hora. Llevo MESES sin poder terminar de ver un capítulo de Two and a Half Men!

Creo que ya superé la cuestión del insomnio, hoy no me he dormido simplemente porque me desperté hace menos de dos horas. Decidí que no voy a leer porque eso inevitablemente me desvelaría, y eso generalmente no es inconveniente para mí (sobre mis condiciones laborales se hablará en otra ocasión) pero como mañana sí debo levantarme temprano, me conviene aburrirme a mí misma con mis palabras y desocuparme el cerebro de verborrea para ver si logro conciliar el sueño.

Terminé el libro Conversaciones con Al Pacino, de Larry Grobel. Brillante. Obviamente no es la pieza literaria del siglo XXI, tampoco lo pretende, es un libro de entrevistas... Pero que yo, que no sé mucho de la materia, considero que es una joya del periodismo y, también, de los curiosos del cine. Es un libro fácil, pero especialmente, divertido e interesante. Leer a Al Pacino hablar, sobre todo conversar con un periodista que sabe hacer preguntas desde su oficio, y desde su rol de amigo íntimo de Pacino, abre las puertas, a uno como lector, a un conocimiento y reconocimiento del personaje, en que la intimidad no es sólo y no tanto por los detalles personales de la vida del sujeto, sino porque -al ser un hombre de las palabras- su forma de hablar, de expresarse, incluso de evadir respuestas, a ratos hace sentir que es uno el que conversa con él, el que lleva años conociéndolo, el que ya se sabe de memoria sus salidas irónicas y, sobre todo, el que descubre con el tiempo una sencillez humana contrapuesta a una densidad intelectual que, además, mal se compara con su abrumadora inteligencia. Al Pacino es un hombre, sobre todas las cosas, inteligente; o esa es la impresión que me queda a mí tras cerrar el libro, con ganas de más, obviamente.

Pasando a las reflexiones sobre una noche tan linda como esta... Milagros Socorro nos recomienda que siempre tengamos a la mano aquellos escritores que nos... ¿inspiran? La verdad no recuerdo cuál es la palabra que ella usa, pero se refiere a aquellos que cuando los leemos, nos entran ganas de escribir, despiertan en nosotros ese algo que debería ser más entrenamiento y disciplina que otra cosa, pero de la que los wannabes aún somewhat dependemos. Los míos son, evidentemente, Cortázar (absolutamente comprensible y esperado), y Borges (eso sí que lo entiendo menos, no menos de lo que entiendo lo que él escribe, pero su imaginación abrumadora me mueve el cerebro, así sea para sentirme bruta). Por eso es que no he logrado avanzar demasiado con Papeles Inesperados -cortesía de Adri :)-, porque durante el día no me da demasiado chance de leer, y en las noches ahora debo tener a la mano aquellos escritores que me den sueño.

Creo que colocaré en la mesa de noche los cuadernos de Estadística de la universidad.

lorena miércoles, 28 de octubre de 2009

AMO
AMO
AMO
a Frank Baiz Quevedo.

Y no lo conozco.

Leer sus artículos me devuelve las ganas de estudiar, no por el mero hecho de estar sentada en un salón de clase fregando la paciencia con mis amiguitos, sino por aprender cosas interesantes de alguien que sabe, mucho.

Su blog y La Página del Guión son altamente recomendables para cualquiera que le interese el cine, aquí en Venezuela, y en cualquier país hispanohablante.

Es que además es venezolano. Qué maravilla.

lorena lunes, 26 de octubre de 2009

A veces me siento culpable por no utilizar este espacio para hablar de las cosas importantes de la vida, como hacen los escritores u otras personas con mucho raciocinio que simplemente se preocupan más de esas materias y de su difusión. Pero pienso que si un tema es suficientemente denso y relevante como para ser una de las cosas importantes de la vida, yo seré absolutamente incapaz de emitir un juicio coherente sobre él.

Lo peor es que ni siquiera uso este espacio para hablar de las cosas importantes para mí. Es más bien como un receptorio de cierta porción de la basura que pulula en mis pensamientos y que no me permite del todo concentrarme en la cosa, no importante, pero al menos que requiera mi atención, que esté haciendo en el momento.

A veces siento que mi concentración es como una cucaracha muerta, algo no muy grande ni muy pesado, que es inevitablemente arrastrado hacia otro lugar por una camada de pensamientos pequeñitos.

Máster y hámster son palabras casi iguales, ¿no?

Creo que volveré a escribir críticas de cine. No que valgan mucho, pero al menos es un tema concreto en el que puedo ejercitar eso de enfocar de concentración.

PS: I love you. Jajajaja, chiste tonto. ... PS: Sigo insomne. Y MUERO de ganas de seguir viendo The Big Bang Theory.

lorena viernes, 23 de octubre de 2009

Estoy tomando té. Esto va casi en contra de mi religión. El alimento prohibido es el vegetal, y estoy segura que de haber una bebida prohibida sería el té.

Es tilo, además. Fui a la cocina buscando una cajita que hay siempre de uno que se llama "Dulces Sueños" (es que hay que ver qué nombre tan cursi para algo que pretenden que uno ingiera), pero sólo había el de Digestión Natural, tilo y manzanilla (puaj).

Podría disertar horas sobre mi aversión a la manzanilla, pero me conformaré con decir que cierta enfermería escolar y su medicina experimental que postula que cualquier enfermedad, incluyendo las psiquiátricas, y cualquier tipo de lesión desde raspaduras hasta fractura de cráneo, se curan bebiendo manzanilla, fueron suficientes para traumatizarme de por vida.

Así que escogí el tilo, porque ¿ayuda a relajarse? No tengo mucha experiencia en este asunto de las hierbas y sus funciones, como es evidente.

Ahora que lo pienso, en realidad podría disertar sobre prácticamente cualquier cosa, dado que estoy elocuente, producto de la falta de sueño.

Ah, tengo insomnio otra vez. Por eso es que fui en busca de té. Al menos no quedó por mí y yo intenté dormir. Pero claro, estoy acá, pseudo-escribiendo, pensando en mis traumáticos días de colegio, y bebiendo té.

¿Será que ahora seré una prolífica blogger insomne?
YAY, tendré ojeras y mal humor crónico como los escritores de verdad verdad.

Extraño mis días de narcolepsia..... .... ... .. . . .

lorena jueves, 22 de octubre de 2009

Este insomnio me pone elocuente. Nada, quería probar cómo se veían varios post cortos del mismo día en el look general del blog. Así como cuando le boicoteo el Wall de Facebook a la gente. *grins*

Sí, también es para que se abulte el número de post al mes y así tenga autoridad para decirle a Shany que estoy esforzándome para revivir el blog (y quizá eso me mantenga suficientemente ocupada como para no poder ayudarla en sus trabajos del postgrado, sino sólo para ir al cine o ver The Big Bang Theory). tENGO QUE DEJAR DE ESCRIBIR ORACIONES DENTRO DE ORACIONES ASÍ. Y tener más cuidado con el CAPS.

¡Los quiero! :)

lorena

DIOXXXXXXX, HOY (BUENO, AYER) VI UNA PELÍCULA EN EL CINE Y ME MUERO POR COMENTARLA SI NO ME SINTIERA TAN CULPABLE DE ECHARLE TIERRA A LA INDUSTRIA CINEMATOGRÁFICA DE MI PROPIO PAÍS.

Nada, creo que quizá es *eso* que vi lo que no me ha dejado dormir, ahora que lo pienso.

lorena

.

No, en realidad no hay un punto. Sólo quería desahogarme y expresar mi incomprensión y la sensación de absurdo existencialista que me embarga cuando comienzo a quejarme de que los pajaritos no me dejan dormir, me pregunto entonces "¿qué clase de pajarito es ese que chilla a estas horas de la madrugada?", y entonces me doy cuenta de que son las 5.30 de la mañana, que no he dormido ni un minuto, que me tengo que parar en máximo tres horas y de pronto me carcome enfermamente la necesidad de meterme en internet a consultar un dato irrelevante sobre la vida de Al Pacino.


Ah, estoy leyendo un libro muy interesante sobre Al Pacino. No, no en este instante. En general, es como "el libro que estoy leyendo en este momento de mi vida". En este instante simplemente estoy desvelada, pues, y pensando en Al Pacino.

lorena lunes, 12 de octubre de 2009

Con respecto a aquel día en que leí mi cuento en el curso, me he dado cuenta de que esto de darme un tiempo para escribir sobre eso me ayuda a despejarme y aclarar las ideas que debo expresar; tanto así que he olvidado casi absolutamente todo lo que sucedió y lo que quería decir al respecto ¬¬ Pero así soy yo, y como ya a lo largo del post me lamentaré suficiente por mi falta de talento, no le añadiré lamentos sobre mi falta de memoria. Y, sin duda, las cosas importantes son las que recordaré, ¿no?

En fin, el texto que presenté es una historia que originalmente quería escribir como un monólogo para teatro, pero como para eso soy incluso más fracasada que para la narrativa convencional, terminé escribiéndolo como un cuento, con enormes vericuetos reflexivos que son imposibles de representar por ninguna actriz y que terminó siendo más bien una especie de planteamiento pseudo filosófico sobre el sentido de la vida. Aquí se puede partir para el punto número uno de mi error como intento de escritora:

Mi texto se constituía básicamente en una reflexión sobre la vida. Sí, por amplio que suene. En fin, es un cuento que para mí habla sobre el hecho mismo de la vida y sobre esta como un tránsito independiente de las atribuciones e interpretaciones humanas sobre ella y sobre lo que ocurre después de ella. Por supuesto que yo no comienzo a escribir nada con esas ambiciones y grandilocuencias en mi cabeza, simplemente parto de algo tonto y simple como "qué ladilla hacer un testamento" o qué sé yo, y luego yo misma engrandezco mis ideas tildándolas de profundas y reflexivas. Porque eso sí, puede que yo no escriba muy bien, pero si no hay pruebas (léase, los productos mismos de mi afán de escribir), puedo fácilmente convencerlos de que lo hago perfectamente bien (sobre mis habilidades para montar parapetos argumentativos, y dotar de verosimilitud a las falacias más obvias, hablaré en otro post).

El punto es que toda la reflexión de mi personaje gira en torno a la vida y su sentido, y sobre si realmente esta ha de tener un sentido, más allá de ser un hecho que ocurre y transcurre; y muy poco, casi nada, sobre la muerte. Irónica, o necesariamente, el personaje que a mí me hablaba sobre esto era un personaje al borde de la muerte. Es decir, escribiendo, sentí la necesidad (quizá simplemente porque no se me ocurrió algo mejor) de que el personaje se enfrentara a la posibilidad de su propia muerte para así disparar una evaluación de su propia vida. Y, así, todos los lectores del texto de forma inmediata asumieron que mi historia se trataba sobre la muerte, que mi pretensión era reflexionar sobre la muerte y sobre los sentimientos de una persona en su lecho de muerte. Y para mí la muerte era sólo una excusa; pero claro, como bien dice Milagros Socorro, yo no puedo ir de puerta en puerta y llegarle a cada lector y sentarme con él a explicarle: Señor, fíjese, mi novela que está leyendo, esa que usted tiene en su mesita de noche, sí, esa, se trata de esta y esta cosa y tiene este y este significado y usted debe interpretarla de esta y esta forma.

Entonces, pues, ahí está el problema de fondo de mi escrito, aunque considero que es irresoluble, por el momento. Ahora podría ponerme a disertar largamente acerca de literatura y hacer un análisis del (poco) valor de mi texto como cuento y como ensayo, pero no lo haré, porque ustedes merecen algo mejor y porque yo merezco no tener un blog aún más aburrido, entonces me quedaré con el interesante dilema de: matar a mi personaje (sacándolo de la circunstancia que lo hace quien es), o matar mi idea (cediendo en que es un texto que habla sobre la muerte); y como todos sabemos, soy una sensiblera con tendencia a desarrollar amor desmedido por todo lo que es imperfecto y no vale la pena, así que mi personaje vivirá, al menos hasta que yo madure. Y está bien, es un texto sobre la muerte :)

Pasando al tema del personaje principal, se trata de una mujer en sus cuarentas, con una enfermedad terminal que la tiene postrada en cama y que en cualquier momento podría llevársela. Se le presenta, entonces, el escenario de hacer un testamento, que es el disparador de su reflexión y evaluación de su propia vida. La crítica de algunas personas (incluida Milagros) fue que el personaje no era creíble como persona de cuarenta años. Claro, yo tengo venticuatro y poca imaginación. Entiendo plenamente el problema, mas no cómo solucionarlo, así que en muchos sentidos creo que es cuestión de que el texto y el mismo personaje maduren en mí.

La otra crítica, que salió de Milagros y que es, quizá, la única con la que no estuve de acuerdo (cosa que no pude expresar, con toda razón, pues es la dinámica de la clase), es que le faltaba más sucio al texto. Es decir, que estaba muy limpio, jajajaja xD (no, en serio, lo expresó así, literalmente :P). Significa que ella sintió que el texto tenía poca referencia sensorial al hecho de la enfermedad, de la postración en cama, del olor a medicamentos, del desahucio, de la casi miseria que es convivir con una enfermedad terminal. Lo comprendo perfectamente, pero aquí ya es caer en el tema del gusto y el estilo. Es decir, acepto y respeto plenamente que no le guste y que, efectivamente, le haya hecho falta más de aquello, pero -y con el riesgo de sonar arrogante- no lo consideraré un error. La omisión de las descripciones más acusadas sobre el ambiente, las sensaciones o los detalles relativos a la enfermedad no es producto tanto de la ignorancia (igual, el aparato que tengo en la cabeza me ayuda a recordar cómo es una clínica, cuando necesito acordarme de ello) o de una falta de arrebato, del personaje y sus circunstancias, en mí cuando escribía. Es una decisión estética y que, además, pretendía justamente ser cónsona con ese planteamiento original de la muerte y su presencia latente como una mera excusa para hablar sobre la vida. Una visión casi platónica de la vida que, naturalmente, poco sabe de sondas, de suero, de vómito y de olor a lo que sea; al menos en mi visión estética y estilística, en el caso de este relato en particular. Por otro lado, pensándolo ahora, me es claro que, dado que el texto está escrito en primera persona, estas alusiones arriesgarían con convertir la narración en un derroche de autocompasión; y el personaje dicta lo contrario.

Pasando a la nota feliz, a pesar de estas críticas, el texto fue muy bien recibido, sobre todo por ser fácil de leer y porque en opinión de algunas personas mantuvo su atención de principio a fin. Obviamente me enorgullece decir que la redacción y la ortografía fueron evaluadas como perfectas, pero eso se le agradece a Andrés Bello, a mi mamá y al chip que tengo fundido en la cabeza y que me produce una enferma manía de escribir, si no bien, correctamente. Desvivirme por el idioma castellano es producto de una bien ponderada mezcla de locura y amor por este, y así, la discusión de mi cuento se centró meramente en el contenido.

Y el que fue, obviamente, el mejor -pero más amenazante- de todos los comentarios, fue el de Milagros, al decir que tras leer el texto había decidido que debía ser más exigente conmigo. Algo así. El punto es que me pidió que me volviera a apuntar para leer el semestre próximo. El problema es que, como octubre ya está aquí, ya es el semestre próximo. Y me siento como invitada a una fiesta para la cual no tengo vestido que ponerme.

Está de más decir que la experiencia de escuchar a todo un salón de clase opinar sobre lo que escribí, sin yo poder decir una palabra para explicar o justificarme, fue increíble. Era casi como poder leerle el pensamiento a la gente. A pesar de que me fue mejor de lo que esperaba, aprendí muchísimo (lo digo como si sólo de los desastres y los insultos se aprendiera, pero ustedes entienden lo que quiero decir). Y también me da un poco más de miedo leer nuevamente, aunque tengo un poco más de confianza en mí, en que no voy a tener un ataque de epilepsia en pleno salón de clase y en que no provocaré ataques de epilepsia en mis lectores con mi mediocridad.

Para leer el texto, tal cual lo presenté en clase, puede hacer click acá. Para leer el texto con las correcciones que he ido haciéndole poco a poco, cómprese una máquina del tiempo y viaje a algún momento, años de terapia de aquí, en que yo haya logrado publicar mi primer libro.


PD: Como demostración de que, oficialmente, soy la persona más inconstante del mundo, ya, a estas alturas, he abandonado el Twitter.

lorena domingo, 11 de octubre de 2009

Yo, siempre caracterizándome por mis perogrulladas. Pero sí, efectivamente, ha llegado octubre, y con eso entramos en el último trimestre de este año, para darnos cuenta de que en realidad este año ya se fue, y así concluimos que es un año más en el cual Lorena no hizo absolutamente nada productivo, YAY!

Okey, esto es mentira, quizá realmente ha sido uno de los años más productivos que he tenido, al menos tomando en cuenta que nadie me estaba apuntando con un arma y pude haber terminado de pasar el año sintiéndome miserable en un sofá. Pero NOOOO. Soy oficialmente lo que llaman una persona con proyectos. Claro, todo será mejor cuando sea una persona con Proyectos Realizados, pero digamos que tengo proyectos en curso y, a pesar de lo angustioso que pueda ser que la vida de uno sea una especie de cuenta regresiva (ya habiendo superando la etapa del simple tiempo en espera), es bueno tener decisiones tomadas, decisiones firmes y claras, y un plan trazado de cómo llevarlas a cabo. Y comenzar a caminar ese plan, claro.

Sí, probablemente estoy escribiendo aquí cualquier cosa -cualquier cosa literalmente- porque el martes pasado reiniciaron las clases del curso y me sentí culpable por abandonar esta cosa. Ahora, no por eso tengo que venir a convertirlo en un diario cursi donde río y lloro por tener o no planes. Muy mal, Lorena, muy mal. Lloraré entonces porque quizá el único proyecto de mi vida que no está claro en este momento es qué demonios presentaré en el curso ahora. Seh, seh, ya sé que jamás di los comentarios de lo que sucedió con el texto anterior (lo haré más tarde, LO PROMETO), el punto es que tengo que volver a pasar y de las tres cosas que estoy escribiendo en este momento, tengo pánico de mostrar ninguna. Eso que tengo yo que se parece a la vocación literaria pero que realmente no lo es... bueno, esa cosa que me impulsa a escribir es como una casa, grande, sí, llena de cuartos muy desordenados. Eso. Cada cosa que escribo es un cuarto que está vuelto un desastre, tal cual como el mío. Y a uno no le gusta que la gente pase a su cuarto cuando está desordenado, pues.

Así, tengo que comprometerme y ordenar alguno de ellos, para invitar a mis compañeros de curso a pasar. Porque no puedo venirme en justificaciones o en "disculpa que el cuarto esté así", sino que debo presentarlo lo más inmaculado posible, al menos en mis términos. Pero, claro, si yo creyera que pudiera lograr algo inmaculado, no sentiría la angustia que me mueve a escribir.

Y no estaría convirtiendo mi blog en una especie de diario personal bien aburrido.

El punto es que tendré que decirle a esa gente bien limpiecita, que habita esa casa grande, que ordenen. Y eso implica que tengo que hacer tiempo para ello. Y eso significa que, dolorosamente, tendré que dejar de leer. Porque el mejor remedio para distraerse de la estúpida necesidad de escribir, es ponerse a leer cosas que valen la pena.

Octubre está aquí :)

lorena martes, 15 de septiembre de 2009

Se paraliza por la frustración
aquel de quien siempre se tuvieron las más grandes expectativas.

También aquel de quien nunca se esperó nada en absoluto.

lorena miércoles, 9 de septiembre de 2009

... o Anécdota sanitaria II

No es que yo tenga una fijación en particular con los baños y las pocetas. Son ellos quienes tienen una fijación conmigo y hacen su mejor esfuerzo para impresionarme en cada oportunidad de reencontrarnos o conocer un nuevo especimen.

Uno de los últimos que conocí realmente se aseguró de hacerse inolvidable.

Algunas estaciones del Metro en Roma tienen baño y yo, para variar, me estaba haciendo pis en el camino de regreso al hotel. Al llegar a mi estación de destino y bajar del tren, me emocioné al ver el ícono universal de "Ud. es niña y puede hacer pipí aquí". Mi sorpresa es que el ícono en cuestión señalaba hacia un ascensor; pero supuse que simplemente el baño estaba un piso más abajo.

Al acercarme, percibo que al lado de la puerta del ascensor está indicado que debo introducir o.50 euros (¡desfalco!), pero los baños pagos son comunes en Italia, al parecer. Eso me parece un poco inhumano en general, pero bueh. Yo no escribí la Declaración de Derechos Humanos así que supongo que no tengo criterio para estas cosas.

Pago mi medio euro y las puertas se abren con un ¡Pppsssshhhh! bien cámara criogénica. Bueno, estoy exagerando, abrió como un ascensor normal, y yo entré; peeeeeeeerooooooo NOoooooooo. ¡No es un ascensor! ¡Es un baño! Un baño de 1mt x 1mt, absolutamente metálico en un estilo neo-espacial con gótico-retrete-de-avión. Lo interesante comienza cuando la puerta se cierra sola y acto seguido una grabación en algún lado me empieza a gritar en italiano. Mamma mia!! WTF??

Miro a los alrededores con angustia, buscando algo que me ayude a entender qué está pasando, pero sólo encuentro letreros en alemán. Gracias. Al parecer el inglés pasó de moda. Hacer pipí de la manera tradicional también.

Nada, a resignarme. Por suerte era un baño, porque con el susto que me eché con la voz que de pronto me regañaba en italiano, casi me hago. Cabe destacar que la voz JAMÁS se calló, y yo a hacer pipí acompañada, pues. Casi me sentí como cuando voy al baño con alguna amiga de esas que te hablan desde el cubículo de al lado, o tranquilazas lavándose las manos y arreglándose la pollina en el espejo, y una traumatizada pensando que está oyendo y analizando todas las características (intensidad, duración, claridad del sonido) del chorrito.

Mis hipótesis:
A. Pretenden que la gente, con un fuerte deseo de huir producto del terror, termine sus asuntos sanitarios más velozmente. Es un baño de alto tránsito, pues.
B. Es una de estas obras de arte postmoderno tipo penetrable/intervención y pronto habrá en YouTube un video mío haciendo pipí con cara de pánico.
C. El que diseñó el baño simplemente no tiene NPI de qué wo estaba haciendo y cómo hacer que un cliente salga satisfecho trar haber pagado 0.50 para usar el baño (no para obtener la experiencia más traumática de su vida).

Conclusión: Soy una tarada, por no esperar 5 minutos para encargarme de mis asuntos en el cálido, silencioso y apacible baño del hotel, sin violencia verbal ni emocional, en lugar de someterme al experimento psiquiátrico del siglo XXI.

Resultado: Cuando ya no me gritaban en italiano, me estuve riendo tooooooodo el camino del metro al hotel. Sola. La gente pensaría que estaba borrachita o que me acordaba de algo gracioso; pero era simple risa nerviosa.

PD: Feliz cumple... :)

lorena martes, 8 de septiembre de 2009

pero tengo un Twitter.

O reviví el que me abrí hace más de un año.


I'm not proud
pero me gusta usarlo.

@lorebea

lorena lunes, 31 de agosto de 2009

Por fin me he dado cuenta de que hay un problema con mi memoria reciente. No que me acuerde mucho ni demasiado bien de las cosas del pasado remoto, pero el tema de olvidar qué hablé con quién, o qué es lo que vine a buscar en este lado de la habitación, o cuál era ese término que un milisegundo antes de abrir Google sabía que tenía que escribir ya me está sacando un poco de quicio. No es que tenga demasiadas cosas en la cabeza, así que creo que todo puede deberse a que no haya demasiado espacio allá adentro. No sé siquiera cómo se empieza a solucionar eso, pero creo que si lo pienso demasiado me puede dar un paro cerebral, o se me termina de llenar la memoria y quién sabe.

Otra cosa que a veces me preocupa un poco es cuando, en una conversación, le repito a una persona la misma frase que le dije dos segundos antes no porque no me acuerde de haberla formulado, sino porque ya no recuerdo si la dije en voz alta o sólo la pensé. Esto no sería tan grave si esta repetición de la frase produjera en mi interlocutor más la sensación de un dèja vu regular, y menos la de "¿por qué Lorena me está diciendo esto otra vez, y con cara de retrasada mental?" (esa cara que pongo cuando no estoy muy segura de algo, que debo haber mencionado en posts anteriores... ¿creo?) Este mismo caso de la repetición se vuelve aun más grave cuando la frase en cuestión es una respuesta a una pregunta, entonces se imaginarán lo desconcertado que se siente mi interlocutor cuando le ofrezco la misma respuesta a dos preguntas diferentes, formuladas consecutivamente. Él debe pensar que lo creo idiota, pero la verdad estoy más ocupada pensando cómo no parecer yo tan idiota.

Ahora, he descubierto que la peor enemiga de mi memoria es mi creatividad. Sí. He descubierto que soy como el tipo de A Beautiful Mind y mi propia genialidad atenta contra mi cordura. Soy genial de una manera muy específica, o mejor dicho, para una tarea muy específica: Inventar preguntas secretas para recuperar contraseñas de páginas de internet. Brillante. Soy absolutamente brillante para esto. Soy como esos genios incomprendidos, cuyo arte parece ser insignificante, ingenuo, intrascendente, pero sólo cierta mirada clínica, o cierta sensibilidad especial sabe reconocer los destellos de auténtico talento que existen en tales obras. Me pasa algo similar, y cuando me toca colocar una pregunta secreta en alguno de estos sitios como Gmail o Facebook o el Banco Lo que sea, o cualquier cosa de esta naturaleza, una energía mística se apodera de mí y... magia. Simplemente eso. Magia. Mis manos en ese teclado te hacen magia y cada pregunta con su respectiva respuesta son una pieza única y genial, absolutamente indescifrable, absolutamente críptica, absolutamente desconcertante, incluso para mí cuando, meses después, intento recuperar alguna de estas contraseñas (porque también me pongo creativa con esto y si no uso la página frecuentemente luego no tengo ni la más remota idea de qué fue de la vida de mi password) y me encuentro con una de esas preguntas brillantes y poéticas, que seguramente remiten a una respuesta igualmente elevada. O probablemente sea alguna estupidez; el caso es que SIMPLEMENTE NO PUEDO RECORDARLAS.

Ya me ha pasado como en cinco ocasiones, y no exagero. La primera vez que me pasó esto fue cuando quería recuperar el password de mi primer correo de Gmail y la pregunta secreta era:

¿Quién?

¿QUIÉN QUÉ COSA? ¿CÓMO QUE QUIÉN, CHICA?

Al principio pensé que era como la pregunta genérica de Gmail, pero luego caí en cuenta de que era una pregunta que yo misma, en medio de mi trance -léase ESTUPIDEZ- había escrito. SÍ, SÚPER SEGURA. Les aseguro que NADIE me crackea ese password, ni siquiera yo. Probé con los nombres de mis directores favoritos, mis amigos, mis familiares, mis mascotas, mis objetos (sí, la misma maña que tiene cierta gente de bautizar a ciertos objetos, pero yo ya lo superé), mis profesores, mis vecinos, mis toda vaina, pero realmente no lo pude lograr. Ni mucho menos pude lograr recordar en qué demonios estaría pensando cuando decidí poner esa pregunta "secreta". Es que tengo unos secretos tan oscuros y bien guardados que ni yo misma los recuerdo ¬¬

Ha habido otras casi tan estúpidas como "¿Cuándo?", "¿Qué color?", o el original ejercicio de completa la frase "En casi cualquier condición..." o algo así fue la tarupidez que se me ocurrió. La última me la topé hace poco, en mi propio Gmail actual, y rezaba:

¿Quién soy yo en la escena?

Oye, mucho más concreta. Uno diría que he aprendido algo y que pasé de los adverbios en solitario y los juegos de Complete su Metáfora Absurda a preguntas concretas que no olvidaría tan fácilmente. Además, es una pregunta en la que claramente se identifica el sujeto por el cuál se pregunta (yo en cuestión, medio egocéntrica para variar), además de la situación específica. Ahora, la gran pregunta del millón: ¿QUÉ ESCENA? ¿DE QUÉ RAYOS ESTABA HABLANDO O EN QUÉ ESTABA PENSANDO? Y lo más gracioso de todo, ¿qué "escena" era tan transcendental para mí en el momento de escribir eso de forma que yo estuviera tan segura de que era algo que jamás olvidaría, que para mí siempre estaría tan claro qué o cuál era la escena y qué papel desempeñaba yo ahí? De verdad, esto me hace sentir como esos profesores de Arte que ponen todo su esfuerzo en trasladarse a la época y la psicología de X artista para tratar de interpretar qué quisieron decir o qué pensaban y sentían en el momento de crear su obra. Aunque en mi caso es mucho más frustrante que en el de ellos porque: 1. Se reemplaza el sentirse intelectual por el sentirse estúpido, 2. Se reemplaza la esperanza y cierta confianza de estar en lo cierto por la certeza de que respondí mal porque Gmail no me deja recuperar la contraseña y punto.

Me resignaré a colocar el apellido de soltera de mi madre, el nombre de mi primera escuela, o algún otro de esos datos imposibles de averiguar, especialmente gracias a Facebook.

lorena sábado, 29 de agosto de 2009

lorena miércoles, 12 de agosto de 2009


Hace ya casi dos meses, en el avión desde Caracas a Madrid, tocó en el asiento a mi lado un señor mayor (76 años), de origen español. Naturalmente, porque los ancianos siempre tienen necesidad de hablar, y porque yo debo tener un letrero en la frente que dice "hábleme a mí", el señor comenzó a buscar conversación. Lo raro fue la manera, pues su primera pregunta fue que si yo comía mucho pollo. AH, CLARO. Respondí que normal, supongo. Entonces procedió a preguntarme si yo sufría de estreñimiento, y yo procedí a preguntarme sobre las costumbres de principios del siglo XX, y si la salud digestiva/intestinal de la gente era un tema común de conversación ("tiempos más simples", me dije). Para no entrar en detalles, le respondí que no; pero se lo dije con esa cara de idiota que pongo cuando no tengo certeza de algo, entonces me preguntó (él de verdad quería saber) que si yo iba al baño todos los días.

OMG. NO, SEÑOR, NO VOY AL BAÑO TODOS LOS DÍAS, ¿ALGÚN PROBLEMA? ¿ALL-BRAN LO PATROCINA A USTED O QUÉ? DÉJEME DECIRLE QUE ELÍ BRAVO HACE MEJOR SU TRABAJO QUE USTED.

Obviamente no se lo dije así, sino sólo un tímido "no" con la misma cara de idiota mencionada anteriormente, sólo que ahora sonrojada. Entonces el señor me dijo que esa era la razón de mi acné (?) y procedió a explicarme detalladamente tooooodos sus hábitos alimenticios, que había dejado de comer carne y tomar "fresco" hacía 40 años, que no comía casi pollo y sí muchos vegetales porque no-sé-quién siempre le decía: "la salud no está en la medicina, sino en el monte" (creo que no-sé-quién hablaba de otra cosa, mas dejemos al viejito comiendo feliz su monte, pues). Y luego devino la tradicional charla (monólogo-sermón, más bien), leit motiv de todo encuentro real, literario, cinematográfico, etc, entre una persona muy joven y una persona muy mayor: Sé buena, no hagas a nadie lo que no quieres que te hagan a ti, mi mamá siempre me decía "Haz el bien y no mires a quién" (en verdad era Miguel Ángel Landa, pero interrumpirlo para aclararle eso me daba pena), que él nunca había ido a un médico sino hasta hace poco por el oído (más sordo que una tapia, por cierto), pero que él siempre había tratado de hacer las cosas bien, que había leído mucho sobre medicina, y hasta me prestó una fotocopia de un artículo de periódico sobre la cura de la diabetes gracias a las células madre; o algo así.

Hablamos (o él me habló) de muchas cosas, pero llegó un momento en que a mí ya se me cerraban los ojos, por la hora, y porque yo soy así, pues. Pero este señor me dio mucha ternura, vestido como estaba con su traje azul, corbata y todo. Como antes, que uno se vestía para viajar.

Aunque al principio me frikeó un poco, al rato le agarré cariño. Y en verdad le agradecí su gentileza de preocuparse por mi acné y mis hábitos gastrointestinales.

lorena domingo, 28 de junio de 2009


Lo que usted ve arriba, aparte de mi cara sudada e hinchada porque el infierno decidió mandar su calefacción a reparar a Barcelona, es la denuncia colocada en la Policía de la República Checa porque algún delincuente checo me vio cara de peluche y decidió meter sus mugrientas manos checas en mi bolso y llevarse mi billetera, cuando yo no tenía ni 20 minutos de haber llegado a Praga.

De hecho, me di cuenta de que me faltaba "algo" cuando quise pagar un mapa de la ciudad para ver cómo se llegaba a mi hotel desde la estación de tren.

En fin... Ya había pasado un poco de trabajo con el francés, el italiano, luego el alemán, pero el epítome de toda mi excursión idiomática fue llegar y no sólo no poder siquiera imaginarme cómo se pronuncia nada de lo que veo escrito, sino que además las consonantes tienen acentos y el cerebro me sangra de pensarlo. La conclusión de todo esto es que arriba pude haber firmado la venta de mi alma a Michael Jackson (lamentable pérdida, por cierto :S), o una declaración en que asumo la culpa de todos los crímenes de la Checoslovaquia del siglo pasado, y no estoy enterada.

En fin, Praga es linda y el robo fue secundario :)

Y mañana comienzo mi curso de Dirección actoral, por lo que estoy nuevamente en pánico.

lorena lunes, 22 de junio de 2009

El dolor no es, no será nunca
más fuerte que la vida
que me enseñaste a vivir...
como hemos llegado a mostrarlo
en esta aventura que toca aquí su término
pero que sigue, sigue para siempre
en nuestra autopista...
(Los autonautas de la cosmopista, 1983)


Y así, un día en París hace como dos semanas, conocí por fin a Julio, y Julio me conoció a mí.
Me dio alegría ver que, como en la leyenda, efectivamente le dejan en la tumba rayuelas pintadas en hojas de papel.
Me dio tristeza ver que, en la realidad, él había existido, y ya no estaba más.
Siempre lo creí un cronopio, no porque todo el mundo lo dijera, sino por ser algo bello y fantástico, que no era de verdad.
Pero los cronopios pueden ser de verdad, como Julio quería, aunque ello lo llevara a descubrir que no era nada.

Espero que las notas de amor y agradecimiento de todos los que los hemos visitado -porque Carol descansa con él- le recuerden que dista de ser nada, sino más bien le debemos mucho, por ser y por darnos tanto.

lorena jueves, 18 de junio de 2009

Frente a algo importante en algún
lado de Roma. ¡Bien curta!

El verano ha llegado a la Italia, con todas las cosas que eso implica: sol, sol, sol, sol, y hasta ahora poca arena y mar. El verano es una estación muy esperada, por las vacaciones, supongo. Y, como todo, tiene sus cosas buenas y malas.

Ah, lo de la foto es la Basílica de Santa Maria Maggiore, estaba fregando. No están TAN perdidos los reales del viaje.

Pro: ¡Estoy bronceada! :)
Con: ¡Estoy bronceada como un mapache! (remitirse a la foto y a los lentes.)

Pro: Uso mi ropa de verano (el único tipo de ropa que traje y que me tuvo congelándome en una París que aún no salía de la primavera. Me sentí timada).
Con: Sudo toda mi ropa de verano, anulando la opción de repetirla sin lavarla.

Pro: Días soleados :)
Con: Me duelen las pupilas :(

Pro: Son las 9.30 de la noche y parece que fueran las 5 de la tarde.
Con: Son las 9.30 de la noche y parece que fueran las 5 de la tarde. ¡Dejen de jugar con mi ubicación temporal!


Bonus:
Pro de que estoy bronceada: ¡ME VOY A PELAR! xD *maximum happiness*

lorena domingo, 31 de mayo de 2009

Pasado mañana ya me voy.
*cries*
*struggles*
*shrughs*
*faints*


PD: Pronto, el post contando lo de la clase de Milagros Socorro.

lorena lunes, 25 de mayo de 2009

En el curso ese que se ha vuelto mi tema único de conversación, mañana me toca leer mi texto.

Es mentira que no le tengo miedo al ridículo, sólo que ya no hay mucho que hacer puesto que desde hace una semana lo que escribí está en las bandejas de entrada de los emails de todos mis compañeritos -y de la profesora-.

Ha sido una semana para darse cuenta de mi precariedad como escritora, y mañana serán los minutos de darse cuenta de mi precariedad como lectora... o mejor dicho, como oradora... Si sólo practicando -sí, porque intenté practicar; no, no me da pena admitirlo- se me iba el aire y se me trancaba el pecho y con cada oración rogaba que el punto estuviera cerca, y cuando llegaba hacía unas pausas larguísimas para ver si el corazón se me frenaba un pelo... y terminó siendo un discurso incoherente con silencios y ritmos inadecuados y titubeos y muchas de esas cosas que son la antítesis de lo que debe ser uno en estos casos: pura seguridad.

Así fue en la soledad de la sala de mi casa, frente al televisor. He intentado bloquear en mi mente la recreación de cómo será mañana. Espero que mis nervios no terminen más bien generando sospechas de plagio.

Mi predicción
es que durante toda la clase voy a estar tan pero tan pero tan roja que probablemente tanta sangre concentrada me forme una costra dentro de la piel (y termine viéndoseme la cara marrón).
La predicción segura es que Milagros Socorro va a cambiarme TODAS las comas y los puntos y comas; y muy politemente me dirá que mi escrito "está bien para mi edad", pensando que tengo 16 por mi aspecto, por la inexperiencia que llevo escrita en la frente y porque con el nuevo corte de cabello en verdad parezco de 14, pero en su cabeza sabe que para entrar en el curso mínimo debería tener como 16.

Algo malo
podría ser que me dé semeremenda crisis nerviosa y decida que no entraré a clase y deje embarcada a toda la clase, negándome la posibilidad de regreso (mi vergüenza, no la clase).
Lo peor que me podría pasar es que me dé semeremenda crisis nerviosa y empiece a vomitar barritas Special K de chocolate en pleno salón.
Algo bueno es que no creo que me deprima al final, porque no creo que me digan nada para lo que no esté preparada (es como cuando sabes que algo está mal, pero en verdad no sabes cómo repararlo y ya).
Lo mejor sería poder pensar en otra cosa y sacarme el dolor físico que me produce imaginar el momento mañana.

Créanlo o no, este es uno de los pocos post que no son nada exagerados de todo el blog :( [bueno, quizá la parte del ataque de vómito fue una semi-hipérbole, pero no dejo de considerarlo una posibilidad].

lorena viernes, 22 de mayo de 2009

Y se encontraba Lorena repasando su crappy francés porque "croissant, silvuplé" puede que sea suficiente para sobrevivir en París sin morir de hambre, pero no para no andar haciendo (tanto) el ridículo, así que terminé metida en bonjour.com donde el primer paso son las palabras de saludo básicas, con su respectivo sonidito para escuchar de una francesa de verdad verdad (ajá) cómo se pronuncian las cosas. Pero lo que amerita que yo venga con mi necesidad de expresarle al mundo mi alegría ha sido la guía de pronunciación escrita a lo gringo, especialmente en esta frase:

Se lee:
Désolé(e), excusez-moi !
Se pronuncia:
Dayzohlay, ayhxkewsay mouah

¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!

Se lee:
Bonjour!
Y se pronuncia:
B xhgdejelnskfjh u!

xD

Happy learning!

lorena domingo, 17 de mayo de 2009

Una de las cosas que caracterizan a Shany es que se enfiebra con las cosas, y una cosa que me caracteriza a mí es que no sé decir que no y la sigo estúpidamente en todas las cosas que me propone. La consecuencia de esto es que solemos enfiebrarnos juntas con las cosas y al menos no nos sentimos culpables por ser la única que pierde tiempo con tonterías, sino que perdemos tiempo con la certeza de que no estamos solas en esa tarea de desperdiciar valiosos y potencialmente productivos momentos, así perdamos tiempo en lo mismo sin hacerlo juntas.

Uno de estos días casualmente recordamos una de estas cosas que nos dio por hacer y, de hecho, reencontramos el jueguito en internet que nos consumió muchas horas y neuronas en su momento, hace como cuatro años. Son unos puzzles japoneses que consisten en encontrar la salida de diversas habitaciones simuladas en flash. Son de una compañía llamada Fasco-Cs y la verdad te ponen a pensar. Se los recomiendo para distraerse un rato (o una semana), si no los conocían antes. Pueden acceder a ellos en el link de los creadores que puse arribita.

No hay anécdotas divertidas con este asunto, o al menos no las recuerdo. Probablemente pasamos horas pegadas al teléfono preguntándonos mutuamente si ya habíamos logrado resolver la cuestión. Y prometo que otro día les hablo de otras cosas irrelevantes y tontas que me mantienen unida a mis amigos.

lorena jueves, 14 de mayo de 2009

Este año por fin me decidí -y tuve tiempo- para mandar algo al Concurso Cartas de Amor de Montblanc. Por suerte, tenía una carta (en realidad un cuento) que ya había escrito para la ocasión un pocote de años atrás y, pues, simplemente desempolvé y entregué a las viejitas de El Paraíso del Fumador o algo así el último día de la convocatoria, porque si no lo hago a última hora no soy yo.

Hace poco me metí a revisar la página porque no había escuchado más del asunto y pues... Lamentablemente para mí, no gané... nada, ni siquiera un papel que dijera "Gracias por participar", jajaja, pero valió la pena porque me quité un poquito la pena de mandar cosas a concursar (la última y única vez que lo hice fue en el colegio).

De las cartas ganadoras, creo que mi favorita sería la que quedó en 2do. lugar en 2008, y confieso que detesté la que escribió Carla Angola ¡porque simplemente no era una carta! (más bien un discurso escrito prácticamente con la certeza de estar entre los finalistas). La de Dariela Sosa, de Comunicación de la UCAB, también me gustó mucho por original y divertida.

No sé por qué sigo escribiendo preámbulo para algo tan sencillo como postear algo que escribí antes... quizá porque no lo había hecho. No sé por qué ahora me estoy psicoanalizando. En fin, acá los dejo con la carta perdedora del Concurso de Montblanc ;)

¡Saludos! :)

--

17 de febrero, de este año.

Nunca se me ha dado escribir cartas de amor. Nunca lo había siquiera intentado. Lo hago ahora por terapia, porque me lo recomendaron, porque lo leí, porque tuve un pálpito de que esto –quizá– podía ayudarme. Nunca he escrito una carta de amor. No he escrito muchas cosas en mi vida. Me considero una persona que vive, y ya. Tampoco es que eso lo hago con mucho empeño. Pero tengo un pálpito. Quizá contarlo –escribirlo– me salve. Quizá siempre le huí a las cartas de amor por el presentimiento de que podían salvarme.

Empezaría este relato-carta de amor con el momento de mi nacimiento, pues es natural que todos los sentires y pesares que me acosan ahora se relacionen directamente con la manera en que nací. Pero temo hacer de esta carta de amor-relato un texto interminable e inaguantable. Sólo te diré que siempre me he sentido profundamente marcado por el hecho de haber nacido diezmesino, por descuido de mi madre. Siempre pienso con amarga ironía en ella, y en cómo, sin ser tan joven ni tan tonta, le parecía perfectamente natural que yo no hubiera nacido luego de tanto tiempo...

Así, soy una persona marcada por el retraso. Soy quien siempre llega tarde.

Olvidaba que esta carta de amor también debía contener una presentación. Las presentaciones van mucho más allá de introducir un nombre, que lo más probable es que no te diga nada (o quizá te lo diga todo, y ese escenario también me da un poco de temor). Un hecho que ya sabes: tú no me conoces. Y, en el fondo, yo tampoco te conozco; a pesar de que siento incluso físicamente el desgaste de mi mente, por el tiempo que se me pasa pensando en ti.

No necesito conocerte. Sé que eres hermosa. Sé que eres feliz. Pero, ¿realmente sé eso? Se te veía feliz cuando te conocí. Sonreías, pero quizá es porque todas las novias lo hacen. La sonrisa blanca forma más parte del traje de novia que el vestido blanco. Sí, tienes que ser feliz. ¿Cómo podrías no serlo? Tienes que serlo porque, de no ser así, el tormento de tu infelicidad se sumaría al de nuestro desconocimiento. Y yo moriría.

Quizá me hubiera salvado el que hubieras estado vestida de verde. Te hubieras confundido entre los matorrales, y quizá no hubieras atrapado mi mirada distraída. Pero tu sonrilla brillaba, y tu vestido brillaba, y el batir de las alas de una mariposa se hacía eterno mientras yo me esforzaba por embalsamar ese instante.

Y sólo pensé: ¿Qué estuve haciendo todo el resto de mi vida, que me trajo acá, que me configuró de forma que yo pasara por este lugar en este momento, que hizo que un resplandor de blancura y belleza me atrajera la mirada? ¿Qué hizo que no fuera antes, mucho antes, sino en este momento, tarde? ¿Por qué la conocí vestida de novia y no, tan bella y tan sonriente, en jeans, sentada a mi lado en un pupitre de la universidad?

Me quedé allí cuanto pude. Y, aunque segundos después mi cuerpo dejó de ocupar ese lugar, yo me quedé allí para siempre. Ese instante, recurrente en mi memoria, disparador de mi imaginación, causa de tantos dolores de cabeza, de estómago y pecho, ese momento infinito en su ínfima duración, ha determinado todo lo que soy hoy. Cada instante, desde entonces, ha transcurrido rememorando aquél y, cuando no, erigiendo sobre él altas y alucinadas estructuras de ilusión. Tu sonrisa me ha permitido construirte, tu pasado, tu familia, tus sueños, tu canción favorita, tus mañas al comer, tu arrastrar las pantuflas al caminar, tus supersticiones y hasta tu dificultad para pronunciar la R, inventada también, porque en esos segundos de mi vida no tuve siquiera el privilegio de escucharte hablar.

No comprendí la magnitud de mi amor hasta que me decidí a ponerlo en palabras. Y veo que escribir una carta de amor no es suficiente para salvarme de él. Para salvarme de mí mismo, pues ya yo no soy más que esto que tú me provocas, desde tu distancia, desde tu desconocimiento, desde esa felicidad sonriente e inocente, que no sabe que alguien como yo dejó de tener aire en los pulmones y sangre en las venas, pues sobrevive consumiendo y siendo consumido por un recuerdo.

Que esta carta nunca llegue a tus manos, que mi presencia nunca ofenda la tuya, que mi amor te eleve desde la distancia, pero nunca invada tu inmaculada existencia.

H.

lorena martes, 28 de abril de 2009

Más fino el Farmatodo chimbo
Siguiendo con las revelaciones, también el sábado pasado descubrí que Farmatodo no es la solución a todos mis problemas y que su abocamiento a resolver mi existencia no es incondicional, a diferencia de mi amor por Daniel Armando.

Y volviendo a los hechos públicos, uno de los relacionados a esta existencia mía antes mencionada es el de mis adicciones pasajeras. La verdad es que con el tiempo he descubierto que hay mucha más gente así de lo que yo pensaba, pero no deja de preocuparme un poco cuando esa maña que me da de comer algo (seeeeeh, siempre me da por comer algo, no tengo esas adicciones saludables como fumar o sobreejercitarme) termina llevándome a Farmatodo en horas de la madrugada sólo porque tengo que comer chocolate.

O Mentos. Que es el motivo del presente post.

Quien me conoce bien, o por lo menos quien me ha acompañado en alguna de mis expediciones a Farmatodo (o quizá me ha escuchado pedir que me lleven a Farmatodo, o mencionar lo mucho que me gusta ir a Farmatodo, información que surge prácticamente en todas mis conversaciones), sabe que casi todos los problemas de mi vida se resuelven con una visita a Farmatodo, que Farmatodo es mi aliado incondicional para todas las cosas, que sea una sesión de estudio, una visita familiar, un almuerzo con amigos, una película en mi casa, todas las ocasiones sociales siempre encuentran arreglo en el multifacético Farmatodo; que el shopping de cosméticos entre amigas es indispensable para mi felicidad (y al parecer para la de Adriana cada vez que regresa a Caracas); que aunque superé mi época de homeopáticos y de toallitas húmedas, entré en la de las Oreo Tipo Americano y los caramelos masticables, y agradezco a Dios que aún no he probado la maquinita de imprimir las fotos porque quien sabe si termino tapiando mi casa en papel fotográfico (por no hablar del desfalco de todas las cuentas bancarias de la familia).

Y bueno, la verdad, ante la necesidad imperante de Mentos que sentía esa noche, confié en mi aliado indiscutible y me dirigí casi automáticamente hacia la psicodélica casita azul y blanca, todo un hogar en todo sentido. Más que un hogar. Un hogar plenamente abastecido.

Menos de Mentos.

Recorrí con ansiedad todos los pasillos atestados de toda variedad de productos tan innecesarios como irresistibles, sin encontrar por ningún lado ni un miserable cilindro con pastillitas masticables. Y allí me di cuenta. Con un vuelco del corazón, la idea se formó en mi mente y, en cierto sentido, mi vida cambió.

Farmatodo no vende Mentos.

A pesar de la importancia que tuviera en ese momento para mí el conseguir Mentos y superar la ansiedad de masticar algo que no me dejara sabor a petróleo en la boca (razón por la cual siempre prefiero los chews al chicle), esta falta realmente se proyectó como una nueva verdad en mi vida que, por más que me costara aceptarla, debía asumirla si no quería repetir las frustraciones en el futuro.

No todo en mi vida se soluciona en Farmatodo.
Ni siquiera, necesariamente, las cosas más sencillas. Como un Mentos a las 10.30 de la noche.

Especulé. Estaba segura de haber comprado Mentos en Farmatodo antes; si no en ese Farmatodo, en algún otro. No tenía sentido que la cadena Farmatodo no distribuyera Mentos, pero tampoco tenía ningún sentido para mí el que una chuchería tan sencilla -pero tan indispensable para mí ahora- no fuera tan accesible como parecía serlo todo tras el mágico umbral azul-y-blanco de la franquicia.

A pesar de que ni siquiera encontré cajas de Mentos vacías, supuse que simplemente se les habían acabado y no habían repuesto. Y que, obviamente, era culpa de la Mentos Factory -o como se llame- no haber abastecido adecuadamente a nuestro fiel Farmatodo. Sí, debía ser eso. Hay acaparamiento de Mentos en algún lado, los guardan apilados junto al papel toilette y la mantequilla (y la vocación de servicio y la buena ciudadanía, entre otras cosas que ya no se consiguen en este país).

Y allí me encontraba, caminando perpleja hacia la salida. Ansiosa aún, buscando la resignación en mí, sin encontrarla. Nunca olvidaría que había sucedido. Había entrado a Farmatodo buscando algo concreto pero sencillo, y salí de allí sin aquello entre mis manos. Era lo único que quería, y Farmatodo no había sido capaz de proveérmelo. Atravesé la puerta mágica sin Mentos, pero con una crema limpiadora facial, un paquete de Oreo Tipo Americano, unos caramelos masticables sin azúcar y un bolibomba de menta.

lorena domingo, 26 de abril de 2009

Ayer descubrí que mi amor por mi perro es realmente incondicional. Suena cursi y estúpido, pero mi atribución de importancia a este descubrimiento es absolutamente honesta. Ha sido para mí casi una revelación.

Para comenzar, debo acotar que mi perro (Dan) no es mi perro, sino el perro de mi abuela, y nos visita los fines de semana (mi abuela, y también el perro [Dan]). Pero en realidad es como el perro de la familia, aunque viva con mi abuela. También, es hecho conocido el que mi perro (Dan) y yo tenemos una relación muy estrecha que se fundamenta en el hecho de que él es bonito y yo le dejo lamerme la cara. Ambos y todos supusimos que en esos dos puntos se basaba nuestro amor recíproco. Yo defiendo de las tijeras y las rasuradoras su linda pelambre, y él... bueno, él me lame la cara cada vez que puede y ya.

Mi perro (Dan), tiene varios sobrenombres (porque rara vez llamo por su nombre ninguna de las cosas/personas que realmente quiero), entre los cuales destacan "gato", "danpo", "poto", "poti", "coso" y demás estupideces propias del sistema mononeuronal en que se ejecuta mi cerebro cuando tengo algo cuchi cerca (aplica para los bebés y todos los animales chiquitos en general). Pero el que más viene a colación en esta ocasión es el apodo de "oveja", muy bien colocado, debo decir, puesto que honestamente mi perro parece más eso, o una nube, o una bañera llena de espuma, o en general cualquier cosa blanca, esponjosa y medio amorfa. Amo a mi oveja con desriz, debo decir. Y eso implicaba que ante cualquier insinuación de que era hora de “peluquearlo” salía yo cual madre superiora a defender la castidad del pelo de mi Daniel Armando (y su original estética ovejuna que lo diferencia de todos los poodles con permanente de esta ciudad).

El viernes, noto una extraña tensión en el ambiente. Me sorprende, además, la presencia de mi abuela en mi casa una mañana de entre semana. La noticia, con aquella gravedad: a Dan (mi perro) tuvieron que cortarle el pelo. Yo, obviamente, me molesté un poco; pero como estaba conciente de que mi molestia era absolutamente irracional, simplemente acepté resignada. ¿Qué se le va a hacer? Luego, la larga e innecesaria explicación (o al menos innecesario el tono de excusa) acerca de los nudos en el pelo y las enfermedades, y blah. Me tuve que ir a la oficina sin poder quedarme y esperar que mi perro (Dan) regresara de la tienda de mascotas con dos kilos menos de pelo encima (y yo me fui con dos kilos de prejuicio más).

El día sábado, debo buscarlo para llevarlo al veterinario porque tiene otitis. Llego a casa de mi abuela con un poco de susto, porque ya me habían advertido: "Dan (mi perro) parece un ratón". Sí, es otro perro, mi perro ya no es nada sin su pelo, todo su charm desapareció, bueeeeh, qué se le va a hacer, pobrecito, ya le crecerá y lo volveremos a querer. Estoy preparada, además, para verlo decaído, porque según mi abuela desde la noche anterior estaba como nervioso, sin dormir ni comer ni jugar, aparentemente extrañando la pelambre (y obviamente con la molestia en el oído por la cual lo llevábamos al veterinario).

Cuando lo vi, confirmé que efectivamente parece un ratón. O un chihuahua. O una salchicha. O cualquier cosa flaca y alargada (Saúl). Si alguien creyó que mi perro/oveja era obeso (porque efectivamente era redondo), pues le informo que todo era efecto visual de los pelos de seis centrímetros. Dan es puro hueso. Bueno, y músculo y sangre y tal; pero está absolutamente en la línea. Claro, la hiperactividad y el ser una ladilla sin descanso lo tienen así. Y sigue siendo igual de adorable como es siempre :) Comprobé que no quiero a mi perro (Dan) por sólo el placer visual de verlo con sus millones de pelos ondeando (sí, ONDEANDO) al viento cuando corre, o porque se ve tierno e indescifrable bajo esa cobija blanca y enmarañada. Y es que con la personalidad atorrante que tiene, lo malcriado que es, por no hablar de lo regalado y facilista, incluso flojo que es a veces, uno piensa: al menos tiene el pelo bonito.

Y ahora, siendo una oveja trasquilada, sigo pensando que es una preciosura y sigo volviéndome aun más tarada de lo que soy normalmente cuando lo tengo cerca y me alegra que sea tan juguetón y cariñoso e incapaz de quedarse quieto un segundo, aunque me llene de baba (y se haga pipí en el piso de mi baño por alguna razón que no comprendo). Y lo amo, sea una oveja, un ratón o una serpiente -o quizá, algún día, un perro normal y corriente (si supera tanta esquizofrenia zoológica)-. :)


Sí, sé que Milagros Socorro espera que escriba algo más inteligente que esto, pero poco a poco... No se le pida peras al olmo.

-

La tira cómica en el encabezado pertenece al cómic Count your sheep, no estoy segura si lo había linkeado antes en el blog, pero por si acaso...

lorena viernes, 24 de abril de 2009

Pues ella, quien ahora es mi profesora, nos dijo a todo el curso que teníamos que buscar la manera de mantener la mano caliente (o algo así), refiriéndose a crear el hábito de escribir con frecuencia. Yo lo hago con frecuencia, aunque por mi naturaleza indisciplinada, pocas cosas en mí pueden llamarse hábito más que cepillarme los dientes o bañarme -porque ni siquiera hago todas las comidas y todos saben que puedo aparecer en cualquier sitio sin peinarme-.

Yo voy a intentar tener algo de disciplina en esto, por acá porque este blog es algo a lo que le tomé cariño y nunca quise abandonarlo para siempre, y porque de cierta forma me obliga a salirme de la laguna de abstracciones constituida por todo lo que escribo por estas fechas. Escribir aquí de cierta forma me obliga a explicarme, a dar a entender mis ideas y no sólo lanzarlas a un basurero conceptual; y además me ayuda a mantener el vínculo con mucha gente -si logro recuperar a mis 7.8 lectores- a la que no sólo quiero, sino cuyas opiniones y criterios valoro muchísimo.

No prometo nada, pero lo voy a intentar :) Además, no hay que desperdiciar los reales del curso, que por cierto los puso la oficina de mi mamá -que por cierto es mi compañera de clase, junto a su socio-, y al menos si no salgo de ahí con una novela escrita quizá salga con el blog renovado, un poco más de disciplina, y la cabeza más ordenada.

¡Ah! El curso se llama algo así como Imaginación y Géneros Literarios, y estaré metida ahí todos los martes del próximo año. O casi todos. Y seeeeeeh, me encanta estar metida en un salón de clase, ¿algún problema?

Obviamente me siguen pasando cosas absurdas y estúpidas, o yo sigo viendo con estupidez las cosas normales que me pasan. Tengo tiempo que no voy al cine, lo cual me hace sentir like crap. Pero eso pronto se arregla, como todo. Tengo como esperancitas. No sé, estoy contenta y ya, PUES. ¿CUÁL ES? (sí, aparentemente también tengo complejitos paranoicos y miedo al ridículo).

He perdido la práctica en esto, JAAAAAAA. Pero prometo que los próximos (si no decido esta tarde que es mentira que tengo la constancia para escribir acá) post serán más articulados y, preferiblemente, hablarán coherentemente sobre una sola cosa, tratando de quitarle en lo posible la "divagancia" que caracteriza todo lo que escribo, hablo, pienso, explico, etc.

A veces siento que todo en mi existencia es como esas anécdotas que no tienen sentido cuando echas el cuento, sino sólo cuando estuviste ahí. Mi vida es un chiste interno conmigo misma. Y no que a nadie le interese, pero mi ejercicio será convertirme en un chiste para todos :D O bueno, un chiste que todos entiendan, quiero decir. Bueno, no un chiste. Una anécdota. No, tampoco. Bueno, ustedes entienden. (no, en verdad no, pero tampoco importa).

El punto es que tengo que escribir con frecuencia porque Milagros Socorro me lo dijo.