lorena jueves, 14 de mayo de 2009

Este año por fin me decidí -y tuve tiempo- para mandar algo al Concurso Cartas de Amor de Montblanc. Por suerte, tenía una carta (en realidad un cuento) que ya había escrito para la ocasión un pocote de años atrás y, pues, simplemente desempolvé y entregué a las viejitas de El Paraíso del Fumador o algo así el último día de la convocatoria, porque si no lo hago a última hora no soy yo.

Hace poco me metí a revisar la página porque no había escuchado más del asunto y pues... Lamentablemente para mí, no gané... nada, ni siquiera un papel que dijera "Gracias por participar", jajaja, pero valió la pena porque me quité un poquito la pena de mandar cosas a concursar (la última y única vez que lo hice fue en el colegio).

De las cartas ganadoras, creo que mi favorita sería la que quedó en 2do. lugar en 2008, y confieso que detesté la que escribió Carla Angola ¡porque simplemente no era una carta! (más bien un discurso escrito prácticamente con la certeza de estar entre los finalistas). La de Dariela Sosa, de Comunicación de la UCAB, también me gustó mucho por original y divertida.

No sé por qué sigo escribiendo preámbulo para algo tan sencillo como postear algo que escribí antes... quizá porque no lo había hecho. No sé por qué ahora me estoy psicoanalizando. En fin, acá los dejo con la carta perdedora del Concurso de Montblanc ;)

¡Saludos! :)

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17 de febrero, de este año.

Nunca se me ha dado escribir cartas de amor. Nunca lo había siquiera intentado. Lo hago ahora por terapia, porque me lo recomendaron, porque lo leí, porque tuve un pálpito de que esto –quizá– podía ayudarme. Nunca he escrito una carta de amor. No he escrito muchas cosas en mi vida. Me considero una persona que vive, y ya. Tampoco es que eso lo hago con mucho empeño. Pero tengo un pálpito. Quizá contarlo –escribirlo– me salve. Quizá siempre le huí a las cartas de amor por el presentimiento de que podían salvarme.

Empezaría este relato-carta de amor con el momento de mi nacimiento, pues es natural que todos los sentires y pesares que me acosan ahora se relacionen directamente con la manera en que nací. Pero temo hacer de esta carta de amor-relato un texto interminable e inaguantable. Sólo te diré que siempre me he sentido profundamente marcado por el hecho de haber nacido diezmesino, por descuido de mi madre. Siempre pienso con amarga ironía en ella, y en cómo, sin ser tan joven ni tan tonta, le parecía perfectamente natural que yo no hubiera nacido luego de tanto tiempo...

Así, soy una persona marcada por el retraso. Soy quien siempre llega tarde.

Olvidaba que esta carta de amor también debía contener una presentación. Las presentaciones van mucho más allá de introducir un nombre, que lo más probable es que no te diga nada (o quizá te lo diga todo, y ese escenario también me da un poco de temor). Un hecho que ya sabes: tú no me conoces. Y, en el fondo, yo tampoco te conozco; a pesar de que siento incluso físicamente el desgaste de mi mente, por el tiempo que se me pasa pensando en ti.

No necesito conocerte. Sé que eres hermosa. Sé que eres feliz. Pero, ¿realmente sé eso? Se te veía feliz cuando te conocí. Sonreías, pero quizá es porque todas las novias lo hacen. La sonrisa blanca forma más parte del traje de novia que el vestido blanco. Sí, tienes que ser feliz. ¿Cómo podrías no serlo? Tienes que serlo porque, de no ser así, el tormento de tu infelicidad se sumaría al de nuestro desconocimiento. Y yo moriría.

Quizá me hubiera salvado el que hubieras estado vestida de verde. Te hubieras confundido entre los matorrales, y quizá no hubieras atrapado mi mirada distraída. Pero tu sonrilla brillaba, y tu vestido brillaba, y el batir de las alas de una mariposa se hacía eterno mientras yo me esforzaba por embalsamar ese instante.

Y sólo pensé: ¿Qué estuve haciendo todo el resto de mi vida, que me trajo acá, que me configuró de forma que yo pasara por este lugar en este momento, que hizo que un resplandor de blancura y belleza me atrajera la mirada? ¿Qué hizo que no fuera antes, mucho antes, sino en este momento, tarde? ¿Por qué la conocí vestida de novia y no, tan bella y tan sonriente, en jeans, sentada a mi lado en un pupitre de la universidad?

Me quedé allí cuanto pude. Y, aunque segundos después mi cuerpo dejó de ocupar ese lugar, yo me quedé allí para siempre. Ese instante, recurrente en mi memoria, disparador de mi imaginación, causa de tantos dolores de cabeza, de estómago y pecho, ese momento infinito en su ínfima duración, ha determinado todo lo que soy hoy. Cada instante, desde entonces, ha transcurrido rememorando aquél y, cuando no, erigiendo sobre él altas y alucinadas estructuras de ilusión. Tu sonrisa me ha permitido construirte, tu pasado, tu familia, tus sueños, tu canción favorita, tus mañas al comer, tu arrastrar las pantuflas al caminar, tus supersticiones y hasta tu dificultad para pronunciar la R, inventada también, porque en esos segundos de mi vida no tuve siquiera el privilegio de escucharte hablar.

No comprendí la magnitud de mi amor hasta que me decidí a ponerlo en palabras. Y veo que escribir una carta de amor no es suficiente para salvarme de él. Para salvarme de mí mismo, pues ya yo no soy más que esto que tú me provocas, desde tu distancia, desde tu desconocimiento, desde esa felicidad sonriente e inocente, que no sabe que alguien como yo dejó de tener aire en los pulmones y sangre en las venas, pues sobrevive consumiendo y siendo consumido por un recuerdo.

Que esta carta nunca llegue a tus manos, que mi presencia nunca ofenda la tuya, que mi amor te eleve desde la distancia, pero nunca invada tu inmaculada existencia.

H.

2 comentarios:

Lore dijo...

Esto de esperar que nada -nada- toque, dañe, moleste, duela al amor de la vida, es un deseo tan natural, que parece mentira.

Eso con respecto a tu historia en la carta.

Con respecto a que presentaras este año, te confieso que también yo lo iba a hacer, pero se me consumieron los minutos, los días, las semans y la fecha tope se fue saludando en la estación del tren, mientras yo me debatía entre irme de RCTV y de su evidente e indudable "estabilidad laboral" frente a un computador, hacia el reporterismo, las coñazas de los PM y los GN, el meollo del asunto, lo que a mí me gusta... para llegar a un 16 de mayo (día después del día de cobro) con 7 BsF en mi cuenta... Sí, lo sabía, cero estabilidad laboral porque la institución para la cual trabajo quedó de Jarrón Chino.

Peor en fin, todo esto para decir que no pude escribir nada y que me gustaría hacerlo algún día, no para ganar, porque auqnue esté la vaga esperanza de hacerlo (o la utopía más bien), simplemente, como tú, mi mejor tocaya, para quitarme la espinita de enviar algo escrito por mí a concursar a alguna vaina.

Pd. A mí también me gustaron las mismas dos cartas que a ti. =)

Te quiero, Toca!!! Un abrazo!

Lore dijo...

"Pero en fin", quise decir, no "peor". Tengo ese peo contínuo con las teclas y mis dedos, no hay manera de que entiendan la correcta distribución de las etras en esas dos palabras que siempre confunden. Yo no, mis dedos y las teclas. =)