lorena viernes, 17 de septiembre de 2010


¿Por qué escribo?

Sí. [mejor leído: seeeeeeeeh, con cara de aburrimiento resignado.] He llegado a ese momento trascendental en mi vida en que, como todos los pseudo-escritores, me pregunto, así con toda seriedad:

¿Por qué escribo?

Naturalmente, la imagen en mi cabeza es la Pizarnik impersonada por una compañera de teatro.
Pero es que es verdad. Hay que preguntárselo. Hace tres años, cuando mi concepción de mi propia vida era aún un pulcro cuaderno de rayas y no un lienzo barato que ni siquiera está cortado, hubiera respondido una cursilería de esas:

Porque si no no vivo.
Porque escribir es como respirar.
Porque me nace.
Porque no concibo mi vida de otra forma.
Porque no puedo v... BLAAAAAAAAAAA BLAAAAAA BLAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA.

[todo esto acompañado de lágrimas y caras de drama y sufrimiento silencioso que debió quedarse así, silencioso.]

Tengo que preguntármelo para darme cuenta de que no hay que ponerlo en palabras. Que el gran FAIL de la gente como yo en el mundo, es que el mundo sólo es un mundo, y ni siquiera el castellano le basta (el castellano, ni la ciencia, ni el dogma, ni nada.)

En fin, evitaré entrar en terrero existencialista. El punto es que, preguntándomelo, me doy cuenta, también, de que el problema es que ya no escribo.
Ya no me nace. Ya no lo necesito.

Sé que esto parece estar a punto de convertirse en un post deprimentedepresivo. Pero NO. Todo lo contrario.

Es un post alegre, de descubrimiento porque, señores, POR FIN he aceptado con total tranquilidad que carezco absolutamente de todo lo que se necesita para ser escritor porque ya, ni siquiera, tengo la vocación para hacerlo. Por el contrario, se ha revelado ante mí la verdadera tarea a la que debo dedicarme en la vida.

Es una revelación. Si esto fuera un video-blog, me forzaría a llorar en cámara para expresar la verdadera emotividad de este asunto, y sonaría alguna canción lacrimógena de los 80s.

Vocación. Cuánto tiempo esperé por ti.

MI VERDADERA VOCACIÓN EN LA VIDA
ES HACER CARPETAS CADIVI POR ENCARGO

¿Cómo no lo pensé antes? De verdad. BRUTA.
Es que incluso había escuchado de gente que hace eso. Y cobra. COBRA. Sí, dinero. Eso es más de lo que hago yo en cualquier tipo de trabajo, incluso la rara vez que hago algo relacionado a mi carrera.
Si me dedicara a hacer carpetas Cadivi por encargo, no sólo estaría ante la posibilidad de hacer una buena plata, sino además haría algo que realmente es útil para alguien. Nuevamente, eso es más de lo que hago yo en cualquier tipo de trabajo.
También sería la primera vez que me dedico a algo en lo que realmente soy buena.
Bueeeeeeno... Sí, a veces las manualidades se tornan complicadas y no podría asegurar que no reboten la carpetica, pero al menos puedo dar un buen porcentaje de seguridad de que mis carpetas serán más bonitas y ordenadas que si el cliente las hiciera él mismo (por no mencionar el ahorro de tiempo y paciencia y meditación trascendental que se requiere para abordar cualquier cosa relacionada con Cadivi).

Es un gran alivio haberte encontrado por fin, talento útil.

Adiós al desempleo, a la bancarrota, a sentir que no tengo un puesto en el mundo. Bienvenida sea la productividad laboral.
O no. Dado que en tres semanas emigraré y no tiene mucho sentido dedicarme a esto estando en España, donde no existe Cadivi y la crisis económica es de gente seria, y no sólo la escenografía de un sketch de comedia (vuelto drama) de un presidente que no halla qué hacer con su exceso de creatividad.
Buen timing, una vez más.

¿A alguien se le ocurre alguna vocación que dé plata y tenga que ver con el flamenco o el jamón serrano?

lorena martes, 31 de agosto de 2010

Una de mis preocupaciones constantes es el comprender cómo es que otra gente existe, cómo es que hay almas que no sean la mía, conciencias extrañas a mi conciencia, que, por ser conciencia, me parece ser la única. Comprendo bien que el hombre que está delante de mi y me habla con palabras iguales a las mías y me ha hecho gestos como los que yo hago o podría hacer, sea de algún modo mi semejante. Lo mismo sin embargo me sucede con los grabados que sueño de las ilustraciones, con los personajes dramáticos que en el escenario pasan a través de los actores que los representan.
Nadie, supongo, admite verdaderamente la existencia real de otra persona. Puede conceder que esa persona está viva, que siente y piensa como él; pero habrá siempre un elemento anónimo de diferencia, una desventaja materializada… Los demás no son para nosotros más que paisaje y casi siempre, paisaje invisible de calle conocida.

Fernando Pessoa

lorena domingo, 11 de julio de 2010

Me impresiona que haya tanta gente que se toma tan personal y tan a pecho un juego. Y que lo vuelven sólo una excusa para insultar a los demás disfrazada de juicio contundente: Que si porque el equipo que les gusta perdió y es una basura. Que si porque ganó y es una injusticia. Que si porque aunque no les guste lo apoyan. Que si porque no se alegran de que ganó equis. Que si deberías irle a no sé cuál porque es tu continente. Que si no deberías irle a no sé cuál otro porque no naciste ahí. Que son todos unos imbéciles. Que son todos unos jalabolas. Agh. Cada quien debería ocuparse de su propia afición en vez de angustiarse tanto con la afición ajena. No vaya a ser que amanezcan un lunes dándose cuenta de que no tienen vida propia.

lorena domingo, 4 de julio de 2010

Publico esto por acá porque la opción de dejar comentarios no permite más de cierto número de caracteres.

Es mi respuesta a una discusión que se abrió en los comentarios del post No tan feliz aniversario.

Obviamente pueden pasar de ella si gustan ya que está dirigida a una persona en particular. También están invitados a participar si gustan.

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Hola nuevamente, Jhonny.

Naturalmente no tienes que pedir disculpas, al menos no a mí, y no por el hecho de "usurpar" espacio, ya que las cosas se publican en la web para que la gente las lea y las opine, en el caso de foros con la opción de comentarios habilitada. En tal caso, como te dije, sería por la actitud con la que decidiste entrar a la discusión. La asunción de que tus palabras "son necias para mis ojos" es puramente tuya. Como verás, de un tiempo para acá no suelo responder comentarios excepto en casos muy específicos, no porque pensara “a este necio no vale la pena contestarle”. Discúlpame si durante ese tiempo te habías quedado esperando una respuesta de mi parte.

Me disculpo por haber calificado de "camorrera" tu actitud, pero confieso que en mi corta experiencia un comentario como este:

"Ah Coraline me hiciste llorar! cuanto has sufrido!!!

Confieso que me causa morbo el sufrimiento de los que lo tienen todo o casi todo resuelto, por sus papás claro. "

... sólo tiene un ánimo de provocación. No te conozco, así que discúlpame por no saber interpretar tu participación sino sólo como me indica el sentido común. Ya sé que no fue como había pensado.

Pero incluso así, a pesar de que tu intención haya sido simplemente "comentar irónicamente" sobre nuestras decisiones, a mí personalmente no me deja muy buena impresión que "te cause morbo" cualquier tipo de sufrimiento ajeno, sea por la razón que sea. Aquí podrías insertar una contra-argumentación acerca del castigo a los asesinos, etcétera. O no. El punto es que de igual forma no me causa muy buena impresión, pero es sólo eso, una impresión.

Por otro lado, tampoco conozco la situación específica de Coraline, sí la mía; y creo que en tu caso no conoces la de ninguna de nosotras dos. Sí te aconsejo que en el futuro tengas cuidado al "diagnosticar" a priori la condición familiar/social de las personas porque, independientemente de que no es un elemento válido para etiquetar a nadie de nada (es tan clasista el pobre que denigra del rico, como el rico que denigra del pobre), puedes verte envuelto en una situación incómoda. Aprende a nunca asumir nada sobre la vida de nadie, y menos sobre gente que no conoces.

Te hice la pregunta sobre qué es Venezuela porque con tanta certeza aseguras que "no es sólo la playa..." etc, etc, y yo quiero saber cómo defines ese todo del cual "una playa", "un hotel" o "argún [sic] sitio turístico" es sólo una pequeña y superficial parte. Quiero saber qué es ese algo que puedes amar o no. Me decepciona que consideres que una discusión con "personas que piensan como yo" no rinde el más mínimo fruto. De esto deduzco que:

A. Consideras que una discusión sólo tiene fruto cuando logras convencer a la otra parte de que tú tienes la razón.

B. Has tenido tanta mala experiencia que te has rendido y decidido pasar de las discusiones etiquetando con la misma etiqueta (valga la redundancia) a todas las personas que no piensan como tú.

Mi opinión muy personal es que todas las discusiones son fructíferas, algunas más que otras, obviamente, especialmente si las otras personas tienen puntos de vista diferentes del mío. Pero esa soy yo. Conozco mucha gente como tú y, aunque no lo comparta ni me guste, lo entiendo.

Yo con todo gusto te responderé que para mí Venezuela (así como cualquier otro país) no es más que una delimitación geopolítica y la superficie terrestre que ella abarca. Yo –muy personalmente- no creo en nacionalismos ni patriotismos, no comparto una concepción romántica de la Nación (no estoy usando el término ‘romántico’ de forma peyorativa, ojo). Creo que un país no es más que una porción de tierra y, quizá, un conjunto de indicadores sociales/económicos, si buscamos un sentido más abstracto. La gente, por otro lado, son habitantes de ese país, no el país (para mí). Por eso yo considero que puedo amar/odiar estar en Venezuela, más no amar/odiar a Venezuela, porque Venezuela no es un ente susceptible de ser amado u odiado. Ese amor y odio son simplemente formas poéticas para expresar querer o no estar en el país, o que nos gusten o no cosas que suceden en él.

Es mi visión muy personal y naturalmente respeto absolutamente cualquier otra concepción al respecto aunque no la comparta. Espero que tú también lo hagas. A fin de cuentas, considero que se parece mucho al asunto de la fe. Creer o no que un país es algo más allá que su mera constitución física es lo mismo que creer o no que existe el Cielo o Dios o la Democracia.

Por eso no amo Venezuela, y no amo España, y no amo Italia, y no amo ningún país. ¿Por qué? Porque no son personas o ningún ente que yo pueda amar. Sí puede gustarme cómo se vive en España o en Italia o en Argentina, puedo al menos querer intentar hacerlo. Ya probé cómo se vive en Venezuela, no me gusta. Gracias. No odio Venezuela, sí odio la inseguridad y muchas cosas que se viven en este país, al igual que odio muchas cosas que se viven en otros países. No voy a entrar nuevamente en la discusión sobre qué no me gusta y qué sí de acá y de allá: en el post que ya escribí hablo bastante detalladamente sobre el tipo de persona que, al menos yo y la gente que conozco, hemos tenido la “mala suerte” de encontrar y hemos comprobado, dentro del límite de nuestra propia experiencia, que son mayoría aquí. No digo que la mayoría de la gente en España será perfecta y viviré en estado de éxtasis permanente, pero sí tengo la esperanza de poder hacer algunas cosas allá que no puedo hacer acá.

Comprendo absolutamente que la mayoría de los venezolanos que tú conoces y con los que te ha tocado trabajar y los que te atienden en el kiosko y los que ves manejando por la calle y hasta los malandros que te han atracado o no, sean gente magnífica. Envidio tu buena fortuna. Yo no la he tenido. Ni yo ni casi la totalidad de la gente que conozco. Incluyendo gente que "ama Venezuela" tanto o más que tú, y sin embargo reconoce que Caracas es una ciudad que raya en lo invivible. Gente extranjera que confiesa "amar Venezuela" y lo sabes porque siguen acá, y sin embargo sí se quejan de que no es posible que tengas que rogarle a una persona en un negocio para que te atienda, porque el BlackBerry o la lima de uñas son más importantes que HACER SU TRABAJO.

Por eso digo que sí, la experiencia de cada uno ha sido radicalmente diferente, y cada uno tiene derecho a evaluar su experiencia y tomar decisiones en base a ella. Lamento que hayas interpretado lo que escribí de una forma tan ofensiva para el país, aunque si hubieras realizado una lectura más cuidadosa, podrías darte cuenta de que jamás utilicé calificativos para referirme a Venezuela. Sí utilicé los adjetivos "mediocre" y "terrible" para referirme a algunas personas porque, EN MI MUY PERSONAL EXPERIENCIA, la mayoría de la gente que me ha tocado conocer peca de esto. Mediocre. Que no le gusta trabajar. Que es abusadora. Etcétera (por no hablar de la delincuencia). No es TODA la gente. Sí la mayoría, en MI experiencia. Y eso es lo que hace que yo no quiera estar más acá. Porque NO quiero trabajar contracorriente. NO quiero tener que hacerle el trabajo al otro. Quiero hacer MI trabajo en paz, y que todos COLABOREMOS para LOGRAR algo; NO quiero taparle las deficiencias a otro para MONTAR UN PARAPETO de algo que PARECE funcionar pero que en verdad es una MEDIOCRIDAD. Y quiero poder SALIR de mi casa SIN MIEDO, además. NO soy paranoica, te lo puede decir cualquiera de las personas que me conocen de verdad y con quienes salgo, porque sí salgo a pesar de todo. Simplemente las estadísticas y la EXPERIENCIA hablan por sí solas. Si el periódico no te ha convencido de que Caracas es una ciudad insegura, yo no lo lograré. Pero por favor respeta que yo no me sienta segura acá.

No estoy tratando de convencerte de que Venezuela no funciona o que hay que irse. Para nada. Sólo quiero que RESPETES que MI experiencia quizá ha sido diferente de la tuya, o quizá tenemos formas DIFERENTES de enfrentar la misma experiencia, y que no por eso debe “causarte morbo" que yo sufra estando acá, o que otra persona haya sufrido al irse. Sí tienes derecho de desear que me vaya, sí tienes derecho de pensar que no merezco ser feliz, de pensar que soy una ingrata porque a pesar de todo lo que he recibido aún me quiero ir (no estoy de acuerdo, pero lo entiendo), tienes derecho de que yo te caiga mal y tienes derecho de decírmelo. No tienes derecho a dibujarte un panorama imaginario de lo que es mi vida o a decir que yo "desprecio" algo, porque no me conoces, porque no tienes idea de cuál es mi plan de futuro, no sabes absolutamente nada de mí. Tampoco tienes derecho a responder de forma irrespetuosa a las personas que participan en esta conversación, pero eso ya es otro asunto.

Sobre el último tema sobre el que me pides reflexionar, acerca de la gente que sólo peca de ser pobre... no entendí exactamente qué quisiste decir: si tú mismo consideras que ellos no tienen futuro, o si estás señalando que bajo mi visión del asunto (la que tú interpretaste) estas personas no tendrían futuro.

En cualquier caso, creo que no es un punto que entra en la discusión puesto que hacerlo sería asumir que mi post original trataba de exhortar a todo el mundo a irse, dado que sólo afuera hay oportunidades. Si eso fue lo que interpretaste, tengo GRAVES problemas haciéndome entender.

No voy a pegar acá lo que ya escribí pero, si prestas atención, toda la parte sobre "irse" comienza diciendo:

POR ESO ME VOY.

Es decir: Por eso YO me voy.

Yo.

No "por eso quiero que TODOS nos vayamos".

No "por eso HAY QUE IRSE". Sino "por eso YO, que creo que YO no puedo conseguir MI felicidad aquí, ME VOY, SOLA, a buscar MI suerte en otro lado" (que por cierto no creo que la consiga en España, pero es mi punto de partida). Me inquieta que hayas ignorado absolutamente toda la primera mitad del post, donde más bien me cuidé bastante de negar posibilidad de futuro para nadie. Pero entiendo que todo el tema de “no le debo nada al país” haya desviado tu atención.

Por otro lado, es evidente que no me conoces (y no es tu culpa), al creer que yo asumo que Venezuela es un país lleno de gente rica (como además asumo que crees tú que yo soy). Sí te pido que releas el post, si te interesa, y prestes atención cuando señalo que NO me quiero inmolar por el país. Pana, yo no puedo hacer nada por el tema de la pobreza. Te lo juro que no me creo capaz. Te aplaudo de pie y con pompones por estar convencido de que quedándote y trabajando acá lo logras, pero YO no tengo esa fe (ni tampoco tengo el trabajo). Respétamela. Ya lo dije: Nadie me puede forzar la esperanza. Es como que yo sea musulmana y te obligue a creer en Alá, ¿me explico? Puedes tratar de convencerme, pero no puedes obligarme y es bien irrespetuoso que quieras insultarme (no que lo hayas hecho) por no pensar lo mismo que tú. Estoy convencida de que quedándome acá no hago nada por el país. Quiero intentar hacer algo por mí misma. ¿Y sabes qué? Capaz preparándome afuera y consiguiendo la oportunidad que el país no me dio, logre hacer algo por él. Estarás escéptico proviniendo de mí, pero puedes estar seguro de que ESE es uno de mis sueños (sí, tengo muchos). No enriquecerme en España y luego mudarme a las Bahamas a disfrutar de mi fortuna en euros y olvidarme de que alguna vez nací en un sitio por ahí que se llamaba… ¿cómo es que se llamaba? Estoy convencida de que preparándome y luchando para ser excelente seguramente hago más por mi país que nadando contracorriente y contagiándome de la mediocridad generalizada. Es MI caso. No es el tuyo, tú quieres luchar desde dentro, y me parece excelente. Pero igual no es el punto.

No quiero retomar la cuestión de que así como no puedo "amar" a Venezuela, no le puedo "deber" nada... pero si nos ponemos poéticos y la vemos como todo el conjunto de personas y circunstancias que suceden en esta porción de tierra, está bien. Le debo UNA sola cosa: Haber conocido a ciertas personas que conozco, incluyendo a mi familia. De resto, desde que yo tengo conciencia, el país no ha hecho más que dificultar el que estas personas logren cosas, y que yo logre cosas. Es así. Qué bueno que te ha ido bien, si es el caso. Cuando a mí me ha ido bien, ha sido A PESAR del país, nunca gracias a él. Ahora ya no puedo ir en contra. La corriente es muy fuerte, y ya no me va bien. Y por eso me voy. Respeto que tú te quedes, te vaya bien o mal, por algún sentido de deuda, de patriotismo, de amor, de sacrificio, de entrega, o de lo que sea. No te imaginas cuánto lo respeto. Por favor respeta que yo, sin negar mi nacionalidad, sin que me dé pena decir que soy venezolana, me vaya.

Una última cosa. Utilizaré un ejemplo muy extremo, pero que creo que refleja un poco el punto, salvando las distancias:

En el caso de una persona homosexual que hubiera nacido y se hubiera criado en un país cuyo gobierno promueve la homofobia y donde sus únicas opciones para no ser torturado o incluso asesinado es quedarse callado con su condición y ser infeliz el resto de tu vida, o salir del país, (1) ¿debería quedarse sólo porque es su patria y lo vio nacer y le ha dado todas las otras cosas que le puede haber dado, (2) o intentar buscar su felicidad en otro lado donde las condiciones estén dadas para ello? (3) ¿O sacrificar su vida en la lucha pro-gay bajo el riesgo de que lo maten y no llegue a ver los mismos frutos de su lucha; o quizá llegue a disfrutarla plenamente; o quizá no logre nada?

Es sólo un ejemplo. Normalmente yo diría la respuesta 3, porque se trata de otra persona. Claro, por un lado se empieza. Basta que alguien dé el primer paso en la lucha (tampoco creo que sea tan simple, pero asumamos que es así). Pero yo no soy la persona que puede dar el primer paso. ¡Ni siquiera estoy convencida de tener la capacidad! ¡Obviamente no soy yo! De ser yo, tendría la certeza. Por eso, si se tratara de mí, escogería la 2.

Para mí, al final de cuentas se trata de calidad de vida. Yo no soy ningún mártir, no soy la Madre Teresa de Calcuta. Admirable, pero yo soy una muchacha cualquiera, y quiero ser cineasta. Y me quiero más a mí y a la gente que quiero que a Venezuela; hago más por ellos y por mí yéndome. Te aplaudo que te quieras quedar en Venezuela, o que tu única opción sea quedarte y lo asumas como un macho, o lo que sea. Pero no me voy a sentir culpable porque mi familia y yo hayamos trabajado BIEN DURO para que yo tenga la oportunidad de estudiar mi postgrado afuera.

Lo digo con orgullo, chamo. Me voy con ayuda de mis papás, porque tuve la MEJOR fortuna del mundo de que me tocaron los padres que me tocaron, y de que ellos, VENEZOLANOS, me amen como me aman y quieran lo mejor para mí y estén dispuestos a sacrificar muchas cosas para ayudarme. No sé si te estás imaginando que yo me voy en mi jet privado con vuelo directo a Barcelona, en cuyo aeropuerto me estará esperando una limusina que me llevará a mi mansión familiar junto a la playa. No sé qué estás creyendo tú, yo no voy a justificarme y describir acá en qué condiciones me voy. Lo único es que no me avergüenza absolutamente NADA, ni tener mi oportunidad de salir del país, ni llegar allá con ninguna otra cosa que mi pasaporte venezolano.

Por otro lado, me voy porque quiero tener la oportunidad de hacer por mis padres lo que ellos han hecho por mí. Sí, obviamente es mi vida y yo haré de ella lo que yo quiera. Pero quiero que en diez o veinte años ellos puedan contar conmigo tanto como yo he podido contar con ellos. No porque se los debo, sino porque yo quiero. Quiero que si ellos quieren hacer algo y no pueden solos, yo también les pueda dar una mano. Ojalá no la necesiten nunca, pero quiero que tengan esa opción. Y darles esa opción a mis padres es más importante que luchar por mi país. Mi país no significa nada para mí al lado de lo que significan ellos. Espero que puedas comprender eso.

Última cosa, esta sí... No sé qué te parezca a ti, a mí sí me ha resultado muy fructífero y sano entrar en esta discusión. Lamento mucho si no ha sido así para ti, y discúlpame por haberte hecho perder tanto tiempo. Espero que hayas leído esto con la mente abierta, o al menos sin el prejuicio con que uno generalmente lee las cosas que ha escrito alguien contra quien uno está argumentando. Espero que no te hayas detenido en cada párrafo a pensar cómo responderme y probarme que estoy equivocada, sino que te hayas tomado este tiempo para quizá darte cuenta de que cada quien vive sus propias experiencias, crea su propia concepción sobre cada mínimo elemento en el mundo, y toma sus decisiones bien particulares sobre su propia vida, y todo eso es respetable. Estoy segura de que fue así, y te lo agradezco.

Un abrazo afectuoso,

Lorena.

lorena lunes, 28 de junio de 2010

Yo ya sospechaba que mis eventuales brotes de acné se debían al estrés. Bueno, eso, y que aún estoy en la plenitud de mi adolescencia :)

Anoche estuve revisando los requisitos para tramitar la visa española.
Esta mañana amanecí con un grano enorme y casi fosforescente sobre la ceja izquierda.

Comprobada la teoría del acné y el estrés.

lorena lunes, 17 de mayo de 2010

Esto de cambiarle el diseño al blog es como ordenar mi cuarto, sólo que ordenar mi cuarto es más sencillo.

Cabe acotar que mi cuarto es actualmente una zona de guerra entre la acumulación de elementos de diversa naturaleza que parecen avanzar valiosos centímetros de mi espacio personal cada segundo, y mi paz mental, además de mi salud. El polvo y mi capacidad pulmonar son enemigos naturales. Además, cuando tienes que esquivar cosas en el piso al caminar en tu propio cuarto, algo anda mal. Sí, yo lo sé. No soy tan inconsciente. Que incluso así pueda convivir con el desastre es otro asunto (y otro capítulo del libro de psiquiatría). El punto es que así como no se puede estar bien en un cuarto desordenado, no se puede escribir bien en un blog desarreglado.

Así, me pareció importante que, en mi proceso de rescatar este blog del abandono, como quien rescata un perrito en la calle, dejara de hacerme la vista gorda ante ciertos problemas del diseño anterior y pues, dado que no los supe resolver, resolví acudir a ayuda profesional, y me bajé un template nuevo y ahora el blog es otra cosa que no me convence demasiado, pero al menos no me sangran los ojos de ver el título repetido gracias a mi brutalidad. E igual después de dos años le hacía falta cirugía. Ya cuando tenga paciencia, tiempo y energía espiritual, me dedicaré a diseñar algo menos profesional y moderno y bonito, pero más parecido a mí (no quise decir amateur, anticuado y feo, sino más... personal).

Lo que no soporto es la fuente de los posts. Es ilegible. De pana, el diseñador fue y se preguntó "¿qué color de letra será la menos contrastante con este color de fondo?", y luego se dijo "¿cuál es el tamaño de letra más pequeño que puedo poner?" Sí, admito que fue un poco de brutalidad de mi parte no darme cuenta de eso en el momento de escoger el template, pero me deslumbré con los colorcitos. Lo siento. Soy niña y las cosas brillantes y coloridas distraen mi atención.

El punto es que no logro cambiar ni el color ni el tipo ni el tamaño de la fuente. Crap. Yo servía para estas cosas en 1998, cuando si sabías algo de HTML eras The Ultimate Web Designer Ever. Luego las cosas comenzaron a avanzar muy rápido y yo para variar me aburrí a los dos meses y más nunca aprendí nada, porque odio aprender.

Nah, mentira. Eso lo dije sólo por resentimiento. Claro que me gusta aprender.

...

*silencio incómodo*

Dios, qué mala idea cambiar el template.
Mejor me voy a ordenar mi cuarto.

lorena domingo, 16 de mayo de 2010

Hoy acabo de darme cuenta de que este blog tiene tres años. Con sus altas y bajas, con sus cambios impensados de objetivo y de estilo, con sus épocas prolíficas o de abandono, casi siempre en sincronía con desafortunadas temporadas laborales, o depresiones producto del desempleo.

Whatever.

Mucha gente dice que "no puede escribir cuando está feliz". A mí no me pasa eso. Quiero decir, sí, quizá las cosas más profundas/intimistas/interesantes que pueda haber escrito alguna vez nacieron a partir de sentirme mal respecto a algo. Precisamente mucha gente sólo escribe cuando está deprimida y se bloquea en períodos estables. En mi caso no es exactamente así. Justamente este blog nació en una de las etapas más felices de mi vida (o al menos una que ahora recuerdo como tal), y cuando no he escrito, ha sido justamente por falta de ánimo para hacer cualquier cosa en la vida. Aunque, claro, también tiene mucho que ver con mi "propuesta" en este blog, mi firme propósito de no convertirlo en un depósito de malos pensamientos y prosa poética deprimente, cosa a la cual tuve cierta tendencia en otra época. No considero que tenga nada de malo, simplemente yo no quise hacerlo más.

Ahora, creo que el actual "abandono" se debe un poco a eso, yo más bien no puedo escribir cuando estoy triste. Cuando estoy realmente triste. No cuando estoy fervientemente triste, en pico de tristeza, sino cuando estoy incluso acostumbrándome a la tristeza.

Soy una de las personas más felices que conozco. Por eso no es fácil para mí admitir esto, pero estoy triste. Llevo meses triste. Y por eso no he querido escribir, no he podido escribir aquí. No es que sienta que es en vano, no es por ninguna razón que vaya más allá de mi propio desaliento, de mi propia mente en blanco -o nublada por la desesperanza-, o el simple hecho de que no me provoca entrar acá. No tengo ni siquiera ese impulso de escribir que luego se queda en un cursor titilante sobre una pantalla blanca. No es nada.

Estoy obsesionada con mi país, como una mujer queda obsesionada con un mal ex-novio. Lo odia, pero no puede dejar de pensar en él, no deja ir el dolor que le hizo sentir, no lo supera.

Venezuela me tiene condenadamente triste. No sé qué es lo que tengo que hacer para mejorar las cosas. Soy una más de tantos venezolanos que sabemos que las cosas están mal, pero no tenemos ni la más remota idea de dónde comenzar a solucionarlo. En realidad, soy una más de los venezolanos que no tenemos esperanza. Y, lo siento, nadie puede forzarme a tener esperanza. Ningún slogan político o grupo de Facebook me devolverá lo que absolutamente todo el entorno me ha quitado en los últimos años. Un cliché como "la esperanza es lo último que se pierde" no cambia el hecho de que desde que pude tener conciencia política, ese "ser político" mío se desarrolló en un absoluto desastre, donde todos los cánones y parámetros se rigen por la ambigüedad, la arbitrariedad. Es como decir "el tiempo todo lo cura" a una persona que acaba de perder a un ser querido. Sí, gracias por un buen trozo de sabiduría popular, pero no me siento ni un poquito mejor. Respeto absolutamente a los patriotas, los luchadores, o simplemente los que, sin denominación, continúan acá haciendo lo mejor que pueden en la medida de sus posibilidades, les respeto su esperanza e incluso se las admiro. Pero no la comparto, y mi falta de esperanza es igualmente respetable.

Tiene que ver con otro cliché que sí aplica: "Hierba mala nunca muere". Más allá de la política, el tema en Venezuela es la mediocridad. El presidente es sólo la exacerbación de este problema pre-existente, que nunca acaba y sólo parece extenderse como fuego en pólvora. Claro, es el colmo que una sociedad escoja al peor de sus especímenes para que los gobierne. En teoría, una sociedad escoge al más preparado, al más capacitado, o al menos al que dé menos vergüenza. Pero, al final de cuentas, el hecho de que este hombre esté ahí se vuelve simplemente la mosca fastidiosa que sobrevuela la mesa llena de platos sucios y comida podrida.

Este es el país en que si un viernes cae quince o último, es IMPOSIBLE movilizarse porque todo el mundo está en la calle invirtiendo su quincena en ron, whisky y entradas a discotecas. La ciudad se paraliza porque hay que ir a rumbear. Y no que rumbear tenga nada de malo, pero es absolutamente irónico que haya tanta queja por el precio de los alimentos (queja admisible, cualquier cosa se ha vuelto incomprable en este país), y cada quince días lo que se llenan son los centros comerciales, los locales nocturnos y los expendios de licor más que los automercados.

La generación de relevo de este país es terrible. Lo siento, pero es verdad. No hablo de mis compañeros de clase (o, al menos, no de todos ellos), no hablo de la gente que aunque no pueda acceder a la educación formal, intenta formarse de alguna forma y hacer de sí mismo un engranaje útil en la medida de sus posibilidades, no hablo del señor que dice "buenos días" y te atiende de buena gana al ofrecerte un servicio. No puedo hablar de ellos porque, aunque sí existen, son una ínfima minoría en un océano de personas que conducen sus camionetotas como degenerados, que te tratan como un coleto cuando se supone que ellos son los interesados en que les compres en su panadería/kiosko/etc, que tienen a sus padres y abuelos pariendo unas mensualidades de más de un millón de bolívares en la universidad para venir a resolver los trabajos con un copypaste balurdo y copiarse en los exámenes de análisis y opinión porque "ahora me da ladilla pensar". No hablo del técnico que se para a las 4 de la mañana y a las 6am está donde tiene que estar para matarse en una jornada mal pagada de 10 horas de rodaje -si no hay horas extra-, que cumple con una sonrisa en la cara porque es su trabajo y gracias a Dios tiene trabajo; sino del director que se mete 25 palos por comercial, que llega tarde y que cree que su trabajo consiste en "hacer las cosas como a él le dé la gana porque por eso lo contrataron a él", o algunos miembros del equipo que pasan toda la semana, no pensando en cómo solucionar los problemas en el set, sino en quién va a comprar la caña para la rumba de fin de rodaje y a qué "culos" van a invitar. Los padres que aceptan que los regalos para sus hijas quinceañeras ahora son implantes mamarios porque -supongo yo- viajar a Europa pasó de moda porque ya es muy vieja. El malandro que cuando ve que su víctima le cede de buena gana su billetera y las llaves del carro, opta por matarle a su hijo en el asiento del copiloto "porque le quiere quitar algo que sí le duela".

Yo no puedo solucionar eso. Quizá alguien pueda. Quizá alguien, aunque no pueda, tenga la esperanza de poder. Lo felicito. Lo admiro, incluso. Pero yo no soy tan maravillosa. A duras penas consigo la forma de hacer ciertas cosas con mi vida que considero que valen la pena; no tengo ni remotamente lo que se requiere para arreglar ni un ápice de este país. No tengo el talento, mucho menos la entereza mental y espiritual.

Por eso me voy.

No le debo nada a este país. Y no me duele decirlo. Quizá mis padres, mi abuelo, sin duda, que vino desde Italia después de la guerra y encontró aquí un hogar. Pero -y esto sí me duele decirlo- ese país ya no existe. La Venezuela que formó a mis padres, y a toda una camada de gente que quería hacer las cosas bien, se desvaneció.

Yo no soy un gran ejemplar de persona, pero me gustan las cosas bien hechas, siempre. Quiero estar en un lugar en donde sepa que, si no lo logro, es porque no estoy dando lo mejor de mí, o de plano no sirvo para ello, pero que no se trate de que, simplemente, las condiciones no están dadas, o están siempre en contra. No quiero estar en un sitio en que, aunque siempre dé lo mejor de mí, sé que nunca voy a lograr nada.

A Venezuela no le debo nada, y por eso yo no quiero, ni puedo, inmolarme por este país. Menos si siento que no servirá de nada. Lo único que debo, a mis padres, a mis familiares, a mis profesores, a mis amigos, a todo el que me ha querido o me ha enseñado algo, y sobre todo a mí misma, es intentar ser feliz. No estoy diciendo que con seguridad lo encontraré en otro lugar, pero ya tengo la certeza de que quedarme acá sería estar buscando en el lugar equivocado.