Como estoy en onda de recuperar mi salud, obviamente venida a menos tras ese proceso intelectualmente edificante, pero físicamente destructivo de hacer tesis, salí a caminar al Parque del Este. En ese lugar uno siempre ve las cosas más variopintas, pero en general yo lo siento como un lugar bastante agradable y disfruto ir a caminar para allá (mis problemas circulatorios también lo agradecen).

Yo suelo caminar con cara de... seria porque si uno va sonriendo lo miran con cara de freak (sí, es esa cosa que tiene este país de que uno no puede estar contento porque o es un maldito oligarca que no se preocupa por los ocho muchachos que tiene que alimentar, o en realidad es un alien que estaba destinado a espiar en Gringolandia y por eso la cara de disimulo "sí, soy humano, te lo juro"). Pero caí presa de uno de mis propios defectos, que es esa maña idiota que tengo de sonreírle a la gente desconocida como si yo fuera Miss Congeniality, y el sábado, mientras caminaba, vi a una viejita que se veía de lo más simpática y pintoresca y ¡plam! Cuando le sonrío a la vieja se le iluminan los ojos y corre hacia mí como si yo fuera Jesucristo aparecido -luego me daría cuenta de cuán importante podía ser para ella-.

La señora empezó a preguntarme que si ya me iba y, sin esperar respuesta, me dio una tarjeta y me dijo "ponlo en tu casa, ponlo en tu casa". A todas estas mi cara sonriente pero mi cerebro en pánico: "¡¡¡AAAAAAAAH, TIENE BURUNDANGA, NO LO TOQUEEEEEEES!!!" Pero la mano, también sonriente -y pendejísima- agarró la tarjetica. Y yo tuve que aguantarme un poquito la risa, pero sólo sonreí agradecida y con esa cara de "oh, sí, cuán importante es esto, GRACIAS", mientras continuaba mi camino y la señora me seguía diciendo en voz alta "¡Para que escuches en tu casa...!" y otras cosas relacionadas a Dios que ya yo no escuché porque la disonancia cognitiva no me lo permitió.

No sé si todos entiendan lo absurdo/cómico del momento, como cosa para pasarme a mí. Yo me quedo en el relato de la anécdota graciosa, sin ponerme a detallar lo que pienso en particular respecto de lo que me anuncia la tarjetica, especialmente esa pregunta tan "intimidante", porque podría escribir un libro al respecto (y, de hecho, quizá lo haga en algún momento).